En el deterioro general que están sufriendo el mobiliario ideológico y programático de todos los elementos cohesionadores de una mínima idea de lo que puede ser una sociedad moderna, las fiestas se han convertido en una fuente de recursos para las televisiones generalistas estatales. Si ya habíamos sufrido los efectos de una idea de proximidad que convertían las fiestas patronales de ciudades, villas y pedanías en un campo abonado para la transmisión de nociones cafres de nuestros conciudadanos, en los que el valor informativo queda reducido a una presencia mecánica, y en el que la interacción adquiere un valor de lenguaje superior que petrifica, monumentaliza el cachondeo, lo festivo, como un lugar en donde la diversión se visualiza a partir de un vaso de plástico de grandes dimensiones en la mano, una vestimenta tirando a guarra y unas expresiones rozando lo ininteligible cargada de latiguillos, chistes de mercado y tacos gritados con una ansiedad preocupante.

Eso, lo admitíamos como una suerte de peaje de las televisiones locales y regionales por formar parte del negocio de la fiesta. Servía, por otro lado, como entrenamiento a becarios y recién llegados, se experimentaba con la resistencia de cámaras y ocupaban horas de televisión inocua que pretendían ser, incluso, la misma fiesta y no el testimonio de la misma. Programas de toda índole, en todos los horarios, que nos aburrían y que dijimos, e insistimos, mediatizan el comportamiento de los ciudadanos. Una cámara en cualquier lugar altera el normal funcionamiento del acto, condiciona, se sobreactúa para salir en la tele.

Varias cadenas generalistas estatales compiten para estar presentes en las fiestas de toda la península. Y como deben condensar, como no pueden ser programas extensivos y comercialmente rentables, editan más, es decir seleccionan pasajes, momentos, buscan el efectismo de la manera más directa. Y, de nuevo, el remedo, la incidencia en los tópicos, la reiteración de actitudes, de posturas, aunque se pretenda en alguna buscar la singularidad. Hasta se puede uno enterar que algunas tienen reminiscencias religiosas, aunque todas parecen ser en honor de Baco.