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CRÓNICA Festival de jazz de Gasteiz

Seis cuerdas y un maestro, flamenco en estado puro para echar el cierre

Paco de Lucía renovó el sábado por la noche los votos con Gasteiz frente a un numeroso y agradecido público que acudió a la cita ya entregado, y salió satisfecho.

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Itziar AMESTOY

La noche arrancó con el concierto de Marcus Roberts Trio en el que el pianista, una de las memorias vivas de jazz, recordó por dónde se mueve el jazz más clásico. Tras un silencio de ocho años, Roberts mostró la esencia de su nuevo trabajo, «New Orleans Meets Harlem Vol1» con el que ha reinventado magias clásicas del jazz. De eso se nutrió el Polideportivo de Mendizorrotza, a donde que acudió con dos de sus acompañantes más antiguos: el contrabajo de Roland Guerin y el batería de Jason Marsalis. Un gran concierto que, desgraciadamente, gran parte del público tomó como simple introducción del segundo.

Tras el descanso, sin embargo, el pabellón se concentró. La expectación que había generado la visita de Paco de Lucía había hecho colgar el cartel de «no hay entradas» hace semanas, con las incomodidades que el lleno genera en el polideportivo. Y la razón no era una cita exclusiva, era la cuarta vez que Paco actuaba en el Festival de Jazz. Pero, cuando Iñaki Añua lo puso de guinda, bien sabía que el maestro de la guitarra flamenca no decepcionaría.

El aplauso del público, volcado en el concierto de antemano, recibió a un Paco de Lucía en solitario que en ocho minutos dejó claro por qué es él el maestro. Su guitarra ganó, aun y todo, con la aparición escalonada de su grupo, con el que quiso mostrar algunos secreto de su gira europea con «Cositas buenas». Junto a él, el guitarrita Niño Josele, el bajista Alain Pérez, un increíble Antonio Serrano a la armónica, Piraña como percusionista, cantando Cristo Heredia y David Maldonado y un Farru que con sus energéticos taconeos mostró el arte de un bailaor. Durante varios temas, el nutrido grupo dio fe del poderío que tiene el flamenco más puro. Hacían vibrar tanto el escenario como la parte baja, ya que Paco de Lucía atrae hasta el festival un público nada típico que muestra una actitud viva y animada que no se corresponde con la tónica seria de Mendizorrotza.

Sin embargo, el más puro flamenco ganó, y mucho, con las dos colaboraciones sorpresa que se tenía guardadas el festival. Si Paco acude contento a Gasteiz lo es, en gran parte, por esas guindillas que aquí le esperan. La primera, anunciada, fue el gran saxofonista Sherman Irby, de quien De Lucía ha dicho que no «toca el saxo, sino que lo canta». El último toque lo puso el regreso al escenario, por segunda vez, de Marcus Roberts, que se dejó llevar por la magia flamenca. Con los aires renovados, Paco de Lucía dio las últimas dos piezas, las dos guindas que la propia guinda del festival se había reservado. Los solos de su guitarra, con los del saxo de Irby y el piano de Roberts, así como la gran aportación de la armónica, emocionaron a un público ya doblemente entregado. El bis era obligado y, por ello, Paco de Lucía lo puso un poco más difícil e hizo que los espectadores, ya todos ellos puestos en pies, aguantarán algo más de lo habitual sedientos de más notas. Esta vez, ni el reticente grupo de abonos numerados dudó en abandonar la silla. Al escenario volvió con todo el grupo que la noche había dado, saxo y piano incluidos. Las primera notas del clásico «Entre dos aguas», ideales para que los presentes se contagiaran y gozarán aún más, dio paso a una versión muy renovada del mismo. Gasteiz volvió a reafirmar que no hay otro como Paco de Lucía que sepa hacer gozar más con seis cuerdas. Un cierre de emocionadas y gozosas masas para la 34 edición del festival de jazz.

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