NUEVA VÍA Y TRES CIMAS EN EL BROAD PEAK
Iñurrategi, Vallejo y Zabalza esta vez sí regresarán con el trabajo terminado
Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza han logrado completar con éxito el último de sus grandes objetivos, convirtiéndose en la tercera expedición en la historia en encadenar las tres cumbres del Broad Peak. 26 años después de que Kukuczka y Kurtyka escribieran otra página para la historia del alpinismo, la expedición vasca que fue tras sus pasos regresa con el reto cumplido.
Miren SÁENZ
Y a la tercera fue la vencida porque la expedición Naturgas Broad Peak'2010 culminó con éxito el proyecto que a primeros de junio les llevó hasta la cordillera del Karakórum, en Pakistán. Tras resistírseles primero el Pilar Oeste del Makalu y posteriormente el corredor Hornbein del Everest, el trío de montañeros más innovador de Euskal Herria superó cualquier atisbo de frustración al abrir una vía nueva en el Broad Peak (8.047 metros), y coronar, en el caso de Alberto Iñurrategi, los tres techos de la duodécima montaña más alta del planeta.
El guipuzcoano, con dieciséis ochomiles en su mochila, siempre ha huido de protagonismos mediáticos, etiquetas y números. Fue el décimo alpinista del planeta en completar la lista de los catorce ochomiles, pero casi desde el principio apostó por un montañismo comprometido, por rutas técnicas y en estilo alpino al que incluso el mismísimo Reinhold Messner halagó cuando el atxabaltarra era un chaval que junto a su hermano mayor comenzaba a hacerse un nombre en la montaña. Hoy es uno de los más reputados. Tras el fallecimiento de Félix en 2000, en el descenso del Gashembrum II, Alberto continuó haciendo planes con otros montañeros, entre los que destacan Vallejo y Zabalza.
Con los tres en la barrera de los 40, Alberto cumplirá 42 el próximo noviembre mientras los otros dos nacieron en el 70, comparten la filosofía del alpinismo menos comercial y más difícil. Prescinden de porteadores, de cuerdas fijas, de campos estables y por supuesto de oxígeno artificial y en los últimos años se marcan metas de auténtica dificultad.
Aunque a estas alturas nadie duda de la capacidad y el talento del guipuzcoano, el alavés y el navarro, sus retos, tan ambiciosos como complicados, suelen tener un porcentaje elevado de fracaso. Esta vez no. El Broad Peak, conocido por los nativos baltíes como Phalchan Kangri que significa Pico Ancho, se mostró generoso con los visitantes vascos y les permitió firmar una gesta hasta el momento sólo conseguida por los polacos Kukuczka y Kurtyka en 1984 y los japoneses Hattori, Kitamura y Todaka en 1995. Iñurrategi se convierte así en el sexto hombre que suma los tres picos de forma consecutiva.
Ayer volvió a confirmar su fama de montañero de alta resistencia al completar el reto en su integridad con el ascenso a la Cumbre Principal (8.047 metros) pese al ajetreo y al cansancio de un intenso fin de semana en el que el viernes repitió la Cima Norte (7.550 m.), que ya habían coronado los tres hace una semana, y el sábado completó junto a Vallejo y Zabalza la Cumbre Central (8.013 m.) tras una dura travesía de 17 horas.
El ascenso hasta este pico central, 34 metros más bajo que el principal pero técnicamente más complicado y mucho menos frecuentado, se torció. Según reveló al gabinete de prensa de BAT Basque Team Mikel Zabalza, la travesía se convirtió en una «emboscada espantosa».
Una jornada agotadora
El navarro hizo un relato bastante pormenorizado de un paseo interminable y peligroso: «En las primeras dos horas superamos 400 metros de desnivel, las cosas iban bien. Pero para hacer los últimos 300 metros necesitamos ¡diez horas!, y otras dos horas para atravesar la larga explanada de la cumbre. Hubo un tramo de 50 metros de desnivel en el que pasamos cinco horas. Nos encontramos con la peor nieve de nuestras vidas. Eran laderas muy empinadas con nieve muy profunda, nos metíamos hasta la cintura y avanzábamos braceando, con miedo de que se nos viniera todo encima. Fue espantoso. Algunas veces, justo después de hacer un largo decidíamos destreparlo y buscar otro camino, porque la ladera estaba fatal. También nos planteamos la posibilidad de volvernos atrás. Al final llegamos a la cumbre y descendimos al siguiente collado haciendo rápeles».
Oscurecía cuando el sábado al fin llegaron al collado previo a la Cumbre Principal, a 7.800 metros. Agotadas las provisiones de comida tomaron la decisión de bajar hasta el Campo 3, a unos 7.100 metros con el propósito de pernoctar.
Se acostaron hacia las 20.00 de la noche, y ayer a las 3 de la madrugada (hora pakistaní), sólo Iñurrategi se sintió con las fuerzas suficientes para afrontar el resto y completar el trabajo. Pese a que, según informaban en la página web de la expedición, el guipuzcoano llevaba dos días sin comer, casi sin beber, falto de sueño y sobrado de esfuerzo, reanudó la tarea desde los 7.100 metros para volver al collado, seguir la escalada hasta la Cumbre Principal (8.047 m.) y culminar la travesía.
Invirtió seis horas en la subida y cuatro en la bajada, un ritmo que muchos quisieran. Pisó la cima a las 9 de la mañana y a las 13.15 estaba de vuelta en el campo base. «En los últimos tramos he sufrido dolores de estómago y me he sentido muy débil. Iba hecho polvo. Pero por suerte la escalada de hoy -por ayer- iba ya por la ruta normal, siguiendo la huella que han abierto otros montañeros estos días, y gracias a eso he podido alcanzar la cumbre y bajar», explicó quitando mérito a un logro de altura.
Las cifras apuntan a que alrededor de 400 personas han subido a la Cumbre Principal por la ruta clásica, pero hasta ahora sólo 14 habían pisado la Central. Con Iñurrategi, Zabalza y Vallejo, la cuenta en este pico del Broad Peak asciende a 17.
El primer intento de ascensión al Broad Peak data de 1954. Su pico central no fue coronado hasta 1975. En esa ascensión, cuatro de los seis polacos que lo consiguieron perecieron, mientras que los dos supervivientes sufrieron graves congelaciones.
El guipuzcoano Alberto Iñurrategi ha ascendido 16 ochomiles, Juan Vallejo suma nueve, y Mikel Zabalza tres. Los tres acumulan gran experiencia en ascensiones en estilo alpino y así han subido a otras montañas de menor altura pero de gran dificultad.
El periodista que les acompaña dice que cuentan con un elemento de seguridad fundamental: ellos mismos. «Tres es un buen número: si uno flaquea, hay dos para ayudarle. Sabemos que nuestros compañeros no nos van a fallar».