El sudafricano Louis Oosthuizen no pudo haber soñado un lugar más idóneo como el campo escocés de St. Andrews, la cuna del golf, ni un momento más señalado, el 150 cumpleaños del Open Británico, para anotarse su primer título de Grand Slam. Oosthuizen, de 29 años, ganó con una solidez fuera de lo común, líder desde el segundo día, y con una ventaja brutal -siete golpes- sobre el inglés Lee Westwood, su inmediato perseguidor en el torneo.

Su actuación fue un recital de juego contra el viento y el frío, manteniendo su privilegiada posición de manera contumaz y con un temple en la temida ronda final que nadie hubiera adivinado de un golfista del montón que este mismo año logró su primer título profesional, el Abierto de Andalucía, pero que tras este logro ya figura en los libros de historia de este deporte.

Al proclamarse campeón en este torneo, el sudafricano une sus nombres a los de otros compatriotas ya en los altares, como es el caso de Bobby Locke, que lo ganó hace más de medio siglo, concretamente en 1957, Gary Player o Ernie Els.

Los grises Woods y Mickelson

Este Grand Slam no fue un camino de rosas para los dos mejores golfistas del mundo, Tiger Woods y Phil Mickelson, que siguen pugnando, con un estrecho margen, por superar el uno al otro en el escalafón. Woods se marchó del campo escocés con un discreto vigesimotercer puesto y ni siquiera tuvo opciones de optar a ser el único en ganar tres veces el Open en St. Andrews. Mickelson todavía lo hizo peor al acabar 48º y deberá esperar a mejor ocasión para desbancar a su compatriota del liderato mundial.