Lo malo de escribir en los medios de comunicación es que, aun sin quererlo, el escribiente termina por retratarse ante su público y todo el mundo termina por saber cuáles son los mecanismos mentales que guían su comportamiento.

A Ildefonso Ussia y José Luis Martín Prieto les viene sucediendo desde hace ya algún tiempo.

Ambos escribían este fin de semana en el mismo medio -«La Razón»- sendos artículos titulados exactamente igual: «La Tigresa». Se referían a la presa política vasca Idoia López Riaño y rugían porque hubiera sido trasladada a la cárcel de Langraitz (que es lo que, dicho sea de paso, reza el Reglamento Penitenciario).

Ildefonso Ussia retrataba lo más íntimo de su cacumen. A López Riaño empezaba por llamarle «putón desorejado» y a otra presa vasca, Inés del Río, «homínido etarra». También le llamaba «víbora» y aseguraba que al pasar frente a la cárcel de Palencia donde está, «me vino a la nariz un arreón, una pestilencia cochambrosa de coño con cianuro». Miren qué grado de descomposición padece el pobre hombre.

Las dos presas, «seres despreciables» para el autor «tendrían que penar íntegramente sus condenas en la prisión más alejadas de sus lugares de origen».

También nos habla Ussia de sus lugares de esparcimiento preferidos, aunque lo hace para insultar de nuevo a las dos presas vascas: «No podrán, ni la una ni la otra, por mucha ayuda monetaria que reciban, montar el único negocio que entienden. Un puticlub de carretera».

Pero lo que le preocupa en realidad no es eso sino la posibilidad de que el Gobierno haga algo distinto a lo que él quisiera: «El acercamiento es un principio de libertad (...) huele mal. Nauseabundo».

También José Luis Martín Prieto -que en un intento por mantener el tono de su colega llamaba «loba» a Inés del Río-, recordaba los buenos tiempos, cuando Múgica Herzog y Antonio Asunción diseñaron la dispersión. Y matiza: «Eso es otra historia y otros socialistas hacen lo contrario (...) es un juicio de intenciones pero cabe temer que Zapatero esté urdiendo una nueva negociación». Pues ya podía ser...