El Estado alemán le muestra el palo al partido socialista Die Linke
El copresidente de Die Linke, Klaus Ernst, está siendo investigado por supuesta malversación de fondos públicos. Además, la Justicia ha legalizado el espionaje político al jefe del comité regional de Turingia. Estas acciones se han intensificado después de que Die Linke no se distanciara de su pasado socialista votando a su «inquisidor» para presidente.
Ingo NIEBEL
Dos meses depués de que la militancia de Die Linke haya elegido una nueva cúpula, parece que existe un cierto interés de llevar al partido socialista a otra crisis. El pasado viernes, el semanario alemán «Stern» tituló en su edición digital: «Los primeros izquierdistas piden la dimisión de Ernst». El sábado, el «Neues Deutschland», medio oficial de Linke, respondió que su ex presidente y europarlamentario «Lothar Bisky defiende a Klaus Ernst».
De hecho, el partido socialista se está adentrando en una nueva fase que se aventura difícil después de haber superado otra grave crisis interna a principios de año. En primera línea se hallan tanto las acciones judiciales contra su copresidente, Klaus Ernst, por supuestos delitos de estafa y malversación de fondos públicos así como también el hecho de que el Tribunal Federal de lo Contencioso haya autorizado el espionaje político al presidente del comité regional de Turingia, Bodo Ramelow. Como telón de fondo se encuentra, por un lado, que el partido está en pleno debate interno sobre su programa político e ideológico y, por otro, la realidad de que cada vez haya más pobres en Alemania que no encuentran representación en las demás formaciones políticas.
Por lo tanto, Die Linke se enfrenta a la encrucijada de continuar el camino trazado por los históricos dirigentes comunistas Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg -a los que cada año rinde homenaje en Berlín- hacia una república socialista. Los puntos de referencia son la República Democrática Alemania (RDA)-que existió entre 1949 y 1990, hasta que se adhirió a la legalidad y al territorio de la capitalista República Federal de Alemania (RFA)- y el Partido Comunista de Grecia (KKE). La alternativa para Linke sería aceptar el sistema capitalista de la RFA, donde tendría que situarse en el lugar que hasta 1998 ocupaba el ala «izquierdista» del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Para que este último paso sea definitivo, los poderes fácticos en Alemania exigen a Die Linke que se distancie de la RDA y de otros gobiernos socialistas.
Desde la óptica del Estado alemán, los socialistas no lograron superar esta prueba cuando en la elección del presidente de la República no apoyaron con sus votos al candidato del SPD y de los Verdes, el pastor protestante Joachim Gauck. Éste fue nombrado por Helmunt Kohl tutor de los llamados «Archivos de la Stasi», el servicio secreto de la RDA. Desde su orientación anticomunista, Gauck se ha convertido en uno de los más severos críticos de Linke y de los más destacados políticos con pasado en la RDA y en el Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA) de entonces. Por razones de autoestima y por no caer en el juego de otros intereses, Die Linke optó por abstenerse en la tercera vuelta, evitando así un situación que podría haberse convertido en una debacle para la canciller Angela Merkel y su candidato, Christian Wulff.
La reacción ha venido de inmediato
Como respuesta, la Fiscalía de Berlín ha ampliado sus indagaciones sobre Ernst, al que investiga después de que éste, responsable regional de IG Metall, hubiera facturado sus viajes a reuniones de esa central sindical en calidad de diputado del Bundestag. Desde el punto de vista legal, es cuestión de cómo interpretar la actuación de Ernst. En el caso de que el IG Metall le hubiera pagado el viaje, sus adversarios podrían haberle achacado el que se dejara financiar por una representación de intereses. Ernst debería haber sabido que iba a ser atacado por ello porque es una táctica de sobra conocida. Y sigue funcionando.
Así, El comité regional de Baden-Württemburg tiene que tratar una propuesta que solicita la «inmediata dimisión» de Ernst, esta vez por su estilo. El diario conservador «Welt» ha tenido acceso al documento, en el que se especifica que el dirigente socialista cobra un total de 17.050 euros mensuales. La suma comprende la dieta de diputado, unos 7.668 euros, más los 3.969 euros para sus gastos. Por su cargo de presidente, recibe otros 3.500 euros de la arcas del partido, aunque su copresidente, Gesine Lötzsch, está haciendo el mismo trabajo de forma gratuita. Además, se le proporcionan otros 1.913 euros desde el grupo parlamentario. Con sorna, el «Welt» recuerda que una consigna de Linke es «Limitar la riqueza» y que a Ernst le gusta lucir su coche deportivo Porsche. Aunque se trata de modelo antiguo de la marca, sigue siendo un símbolo de riqueza.
En segundo lugar, mientras a Klaus Ernst se le persigue aprovechando sus propios errores, a su correligionario Ramelow se le muestra uno de los instrumentos con los que el Estado intenta domar a sus críticos. A pesar de tratarse de un parlamentario regional, el Tribunal Federal de lo Contencioso ha considerado legal que el Bundesamt für Verfassungsschutz (BfV, el servicio secreto interior) recabe informaciones de libre acceso sobre Ramelow -sin recurrir a micrófonos ocultos, intervención de teléfonos, agentes encubiertos y otros métodos clandestinos-. Los jueces argumentan en su fallo que determinadas corrientes -por ejemplo, la «plataforma comunista»- mantienen sus objetivos «anticonstitucionales» y gozan de cierta influencia en el seno del partido.
Con esta resolución y los detalles que se recogen en el informe anual que acaban de publicar los servicios de inteligencia, el Estado alemán ha marcado las pautas que Die Linke ha de cumplir si algún día quiere gobernar tanto a nivel nacional como en la parte occidental de la RFA, tal y como ha dicho Ernst recientemente.