Los servicios sociales del Ayuntamiento de Iruñea han abierto un comedor social donde se puede comer y cenar al precio simbólico de un euro. Una iniciativa que responde a necesidades apremiantes en un contexto social donde un 6'3% de la población navarra vive por debajo del umbral de la pobreza, y un 2'6% vive en la pobreza extrema. Si a ello añadimos la crisis económica estructural y sus consecuencias agravadas en sectores especialmente desprotegidos, no se puede sino aplaudir esta iniciativa y reconocer su sensibilidad social. La carrera electoral está ya lanzada y la alcaldesa, Yolanda Barcina, acudió rápidamente a la foto, consciente de que dar de comer posiciona su candidatura y puntúa en la carrera. Oportunismo político, tan legítimo como de manual.

Sin embargo, llama la atención que desde hace más de un año la iniciativa popular Gizakia Herritar Fundazioa mediante el proyecto Paris 365 ya venía respondiendo a esta demanda social, defendiendo el derecho básico a la alimentación que toda persona tiene con una red de cientos de voluntarios y con un objetivo tan simple como complejo: su propia desaparición. Sin tanta foto ni pretensión electoral, con humildad y compromiso militante, interpretando las inquietudes de la comunidad y dándoles una respuesta practica. Todo un ejemplo.