La detención de dos vecinos de Hernani, con las consiguientes acusaciones previas a la declaración judicial ignorando por completo el principio de presunción de inocencia, debería llevar a los medios a recordar la reciente sentencia del Tribunal Supremo (hispano, claro) según la cual las declaraciones en sede policial no constituyen prueba alguna. Pero eso, en los momentos de euforia, se les olvida o se lo pasan por el arco del triunfo.

Ayer los medios españoles estaban de fiesta, pero, como es costumbre en ellos, no dejaban pasar la oportunidad de cantar las loas al tándem unionista.

Según el editorialista de «Abc», los arrestos eran una noticia inmejorable porque «en la etapa anterior, la falta de voluntad política impidió a los agentes de la Policía vasca desplegar una actividad eficaz en un ámbito al que pueden aportar no sólo su preparación técnica, sino también su decisiva cercanía al terreno». Estaba clara la ineficacia de antes y lo está la eficacia de ahora. Si ellos lo dicen...

No le iba a la zaga su hermanísimo bilbaino, «El Correo Español», que nos contaba que «En realidad, toda la sociedad vasca habrá experimentado una sensación tranquilizadora al comprobar que su Policía autónoma contribuye tan expresivamente a la causa de la paz. Y es obligado reseñar que la llegada del actual Gobierno, en cuyo programa figuraba expresamente el empeño en la erradicación del terrorismo, ha supuesto un mayor impulso y respaldo a la Ertzaintza en su lucha contra quienes han hecho del asesinato el desahogo de su fanatismo». A Javier Balza, anterior consejero de Interior de Lakua, le pitarán los oídos.

El editorialista de «El Mundo» insistía en el asunto: «Se confirma el compromiso de la nueva Ertzaintza contra el terrorismo. Tras años en los que este cuerpo, bajo los gobiernos del PNV, apenas actuaba contra la banda, ahora está demostrando su capacidad y valía». Para quitar pancartas, diría alguien.

Y en «La Razón» las palabras sonaban contundentes. Titulaban el editorial «La Ertzaintza se redime», así que no hace falta que les cuente el resto. Les va la marcha.