Las fuerzas de seguridad del norte de Irlanda desactivaron ayer una bomba que apareció en los bajos del vehículo de un comandante del Ejército.

El militar descubrió el artefacto cuando se dirigía de su casa al trabajo en la localidad de Bangor, en el condado de Down, al noreste de Belfast, poco antes de las 08.00 de la mañana -07.00 hora local-.

La Policía confirmó la peligrosidad del explosivo y emitió una alerta de seguridad. Acto seguido, las autoridades desalojaron las viviendas de los alrededores, llegando a evacuar hasta una veinta de domicilios.

Este intento de atentado se produjo un día después de que un taxi explotara en el exterior de una comisaría de Derry, sin causar heridos, pero sí ocasionando importantes daños materiales. Dos hombres, supuestamente pertenecientes a grupos disidentes del IRA, secuestraron el vehículo para obligarlo a transportar la bomba.

Este tipo de ataques a la Policía se vienen repitiendo en los últimos tiempos.

El Ejército cree, según señaló, que el atentado de ayer es el primer intento de atentado directo contra las fuerzas de seguridad desde las muertes ocurridas el año pasado.

Peter Weir, edil local del lealista DUP, denunció ayer que «nos encontramos ante un grupo de fanáticos locos que no pararán en sus intentos de volver a sumergir al norte de Irlanda en la violencia».