«Queremos enjuiciar al franquismo y para eso nos urge la Comisión de la Verdad»
Después de dos años siguiendo la pista del franquismo, Gómez no duda en tildar a este régimen como la «caja de los horrores». Cree además que no somos conscientes de su dimensión, pero apuesta por que una Comisión de la Verdad esclarezca todo lo ocurrido y depure responsabilidades.
Oihana LLORENTE |
Han conseguido hacerse un hueco en la apretada agenda de la ONU, dando a conocer la dinámica emprendida por la coordinadora Lau Haizetara Gogoan. De Sarajevo, donde mantuvieron el encuentro, han vuelto «contentos», ya que han conseguido el visto bueno de la ONU para seguir por el camino emprendido y hacer realidad la creación de la Comisión de la Verdad de Euskal Herria.
Después de dos años de trabajo, Lau Haizetara Gogoan ha llegado hasta la ONU.
Sí. El pasado 23 de junio entablamos una reunión con la comisión de trabajo de Desapariciones Forzosas de la ONU. Este grupo se reúne tres o cuatro veces al año, en distintos puntos del mundo, y en junio el encuentro tuvo lugar en Sarajevo, adonde nos trasladamos para darles a conocer nuestro trabajo en favor de la recuperación de la memoria histórica. Conseguimos contactar con esta comisión y se nos abrió la oportunidad de hacerles llegar la infor- mación cosechada hasta el momento. Se interesaron y nos hicieron una recepción en Sarajevo, adonde fuimos encantados.
¿Cómo fue el encuentro?
Nos recibió una letrada bosnia, un sudafricano, un francés, un libanés y un mexicano. El trato fue afable, incluso hubo confraternización y una vez detallado nuestro trabajo y el rumbo elegido nos animaron a seguir por ese camino.
¿Cúal es la vía elegida por Lau Haizetara Gogoan?
En primer lugar tengo que recordar que hace más de dos años el movimiento por la recuperación de la memora histórica de Euskal Herria entró en un periodo de reflexión con objeto de decidir cuál iba a ser la línea a seguir en el futuro. Debatimos si seguir realizando homenajes a la víctimas del franquismo sin más, continuar con la política de recuperación de fosas o, por el contrario, considerar la recuperación de la memoria histórica en su globalidad y con todas sus consecuencias. Y, claro está, optamos por la globalidad.
Y ¿qué supone eso?
Analizamos procesos de recuperación que han tenido lugar en distintos puntos del planeta como Sudamérica, el genocidio armenio o Sudáfrica, y constatamos que cualquier proceso de recuperación de la memoria medianamente serio pasa siempre por la creación de una comisión de la verdad. Una comisión que debe trabajar sobre tres ejes esenciales: verdad, justicia y reparación, donde se ubican las garantías de no-repetición.
¿El objetivo es entonces crear la Comisión de la Verdad?
Nuestro objetivo es hacer un juicio al franquismo, y en nuestro caso hacer ese juicio desde Euskal Herria, y para ello necesitamos esa Comisión de la Verdad.
¿Y hasta lograr este objetivo?
Allanaremos el camino para su creación recogiendo testimonios de la víctimas, datos... Intentamos además que estos trabajos tengan formato de prueba judicial, y para ello nos basamos en protocolos de recogida de datos que se han empleado en otras comisiones de la verdad. La recogida de testimonios, por ejemplo, las hacemos ante notaría y en general trabajamos en colaboración con Aranzadi. Pretendemos que la Comisión de la Verdad de Euskal Herria se ponga en marcha con una serie de documentos ya en mano.
¿Qué es exactamente una comisión de la verdad?
No es un tribunal, sino una comisión compuesta por personalidades garantistas. Su labor se basará en recoger datos y darles rango de prueba, y una vez reunido todo el material dará pasos de cara a su resolución llevando el caso al tribunal de la Haya o a la ONU.
¿Qué problema preven encontrar en el camino?
Cualquier tipo de comisión de la verdad o política que tenga en cuenta estas bases antes mencionadas choca inmediatamente con la Ley de Amnistía de 1977. Una ley de punto y final que, de alguna manera, se pone a sí mismo el franquismo para conseguir una impunidad total y para perpetuarse.
¿Qué acarrea esta ley?
Es el techo de cualquier dinámica de recuperación. No ofrece ningún tipo garantías de verdad, de justicia, ni de reparación porque no deja conocer la verdad, juzgar, ni reparar nada. Muchos documentos están oficialmente sin desclasificar, por lo que no se puede llegar a ellos. ANV pidió, por ejemplo, ver las fichas policiales de sus militantes, pero no se puede acceder a ellas por el hecho de que los chivatos o los policías pueden estar vivos. Se ampara a los verdugos y no a las víctimas. La ley de 1977 sitúa en total precariedad de medios a los que trabajamos por la recuperación de la memoria, es un desamparo total. Saber la verdad es clave para después reparar y lograr garantías.
Y la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Congreso español, ¿no choca con la ley de 1977?
Claro. Es el perfecto ejemplo de cómo intentan hacer la tortilla sin romper los huevos. Es decir, quieren entrar en políticas de recuperación de la memoria histórica pero sin tocar esta ley porque el PSOE, UGT CCOO, el PCE y el PNV se tragaron la Ley de Amnistía y la votaron.
Lo ocurrido con el juez Garzón, ¿como lo valora?
Garzón mete la mano en el avispero de lo que es talón de Aquiles del Estado español, que es cómo se hizo la transición política y cómo el entramado institucional actual está montado sobre un régimen geno- cida.
Mantienen una y otra vez que el franquismo fue un crimen contra la humanidad...
Eso como mínimo, y para más de un historiador, además, podría entrar en los límites del genocidio. El franquismo tuvo índices de criminalidad tremendos en Euskal Herria, pero bastante más altos en territorios como en Valencia, Andalucía o Extremadura.
¿Se comparte esa lectura?
Nos hemos acostumbrado a ver el mundo al revés, viendo todo desde el prisma de la ley de 1977. Negar el genocidio nazi o armenio es un crimen en Hendaia, pero estamos acostumbrados a convivir con la negación de esta realidad. Para considerar que existe un crimen contra la humanidad se deben cumplir 20 puntos. Fusilamientos, desapariciones, violaciones masivas, el rapto de niños, trabajo esclavo, persecución cultural y del idioma... El franquismo los cumple todos, a rajatabla. A noso- tros nos gusta ir a ejemplos exteriores para darnos cuenta de lo que ha pasado. Nadie niega que sea crimen contra la humanidad lo ocurrido en Bosnia. Pues bien, el número de ejecuciones, en los que a porcentaje se refiere, es igual en Nafarroa que en Bosnia.
¿Es importante conseguir que el franquismo sea reconocido como un crimen contra la humanidad?
Vital. Los crímenes contra la humanidad no prescriben y no son amnistiables. La legislación internacional asegura que no prescriben hasta que sean juzgados y se aclaren.
¿Cómo valoran el encuentro con la ONU?
De manera muy positiva, aunque es el primer contacto. Nos alentaron para seguir con el método de trabajo elegido, ya que aconseja que la creación de una comisión de la verdad es la mejor dirección. Además nos aseguraron sin ningún tipo de dudas que la ley del 1977 no es aceptable desde el punto de vista de la jurisprudencia internacional. Nos han pedido además documentación complementaria, así que éste es el comienzo de una línea de trabajo.
Durante los últimos años se habla mucho de la recuperación de la memoria histórica...
Hay mucho ruido y poca concreción. Consideramos que esta lucha debe pasar a la mayoría de edad, y la mayoría de edad es ir más allá de homenajes y monolitos. Creemos que éstos también hay que seguir haciéndolos porque la gente se está muriendo sin ser reconocida, pero hay ocasiones en los que estos actos son una burla, tomaduras de pelo gravísimas, por que las hacen los mismos que aprobaron la ley de 1977, al fin y al cabo los que niegan la verdad, la justicia y la reparación.
¿Se han vuelto a dar situaciones que debían haber sido superadas?
Voy a responder con un caso paradigmático. ¿Dónde están las garantías de no-repetición en el caso de ANV? Ilegalizado en dos ocasiones tanto en el franquismo como después, en el franquismo constitucional, y para poner la guinda al pastel un juez que juzgó el caso en el Tribunal Supremo era un alto cargo en el régimen franquista.
¿Cómo encaja esta lectura en la situación abierta en Euskal Herria?
No hay que ser un lince para advertir que la forma en la que se ha hecho la transición política ha sido un factor de perpetuación del conflicto. Que de no ser así, y si se hubieran depurado las responsabilidades, el conflicto hubiera sido encauzado de otra manera. Se transigió con todo lo que se transigió y los resultados son los que han sido.
Somos conscientes de que en el momento político que vive Euskal Herria, dentro de lo que tiene que ser la solución global tiene que haber una solución a lo que fue el franquismo, porque no se puede edificar nada sano si no se edifica sobre una comisión de la verdad. Entendemos que dentro del proceso que se está abriendo, ésta debe ser una de las revindicaciones populares que se desarrolle a nivel masivo. Somos conscientes que causa al Estado sudores fríos, porque es tocar el talón de Aquiles, pero debemos hacerlo.
«Lo que hizo el juez Baltasar Garzón es meter la mano en el avispero. Se ha topado con el talón de Aquiles del Estado español, y eso genera sudores fríos»
«Hay mucho ruido y poca concreción. Consideramos que esta lucha debe pasar a la mayoría de edad, y la mayoría de edad es ir más allá de homenajes»