«Necesitamos recuperar muchas empresas y nacionalizar la banca»
Carina Maloberti, secretaria de organización del sindicato ATE-CTA de Argentina, relata cómo en las últimas décadas el neoliberalismo ha desmentalado los servicios públicos, aumentando la pobreza y el paro en este país. Critica que la asistencia social del Gobierno encubre un sometimiento a los intereses de capitales extranjeros. Frente a ello, propone recuperar la soberanía nacional y la independiencia económica.
Juanjo BASTERRA |
Carina Maloberti, secretaria de organización del consejo ejecutivo nacional de ATE-CTA, de Argentina, pasó por Euskal Herria hace unas semanas para explicar la situación que atraviesa la economía y el mercado laboral de su país. Representa a más de dos millones de afiliados, y reconoce que Aregentina vive una situación complicada. Esta semana, tras una discusión entre empresarios, sindicatos y el Gobierno argentino, el salario mínimo de los trabajadores se elevó a los 1.740 pesos (336 euros) a partir de setiembre y 1.840 pesos (355 euros) desde enero, pero los problemas estructurales se mantienen. Carina Maloberti sigue de cerca la realidad de Euskal Herria y destaca que GARA comparte la hemeroteca sindical con el cubano Granma.
¿El modelo neoliberal se ha afincado en Argentina ayudado por las dictaduras pasadas?
A los compañeros de LAB les expliqué la experiencia que hemos pasado desde los años 90 hasta fines de 2001: la etapa más ensalzada del neoliberalismo en nuestro país. Tiene algunas semejanzas con lo que ustedes están viviendo en este lado. Padecemos ese modelo neoliberal, de ajuste tras ajuste, de desguace del Estado, de privatizaciones de los servicios públicos, de las áreas estratégicas de la producción en manos de los monopolios extranjeros. Penetró con fuerza por el avance que facilitaron las dictaduras desde 1955 hasta la última de 1976, que se nos llevó a más de 30.000 compañeros desaparecidos. La dictadura abrió el camino para avanzar en los años 90 hacia el modelo que estaban buscando de saqueo y dominación de la economía y la sociedad. También comenté que hubo bastante resistencia sindical y obrera frente a las dictaduras y cuando se entabla en la democracia formal en 1983. Como consecuencia, creció la desocupación. Tenemos tres generaciones que viven del asistencialismo, sin esa cultura de trabajo, los oficios se están perdiendo.
En algunas informaciones, incluso se indica que en Argentina una parte de la población padece hambre ¿Es así?
Sí. Otro problema que padecemos es el hambre. Hoy en nuestro país crece un movimiento a favor de la soberanía alimentaria, porque un país como el nuestro donde no se ha modificado la matriz económica, está permitiendo el saqueo de nuestros recursos naturales, mientras aumenta el hambre y la exclusión. En este caso, estamos de acuerdo en la defensa de la soberanía alimentaria, porque hemos perdido grandes extensiones de tierra y de cultivos, mientras se nos siguen muriendo chicos por hambre, al norte de Argentina, sí. Tenemos una elevada dependencia de la soja transgénica. Se nos están llevando los nutrientes para forraje a Europa, mientras que sigue habiendo desnutrición infantil. Las arcas se acrecentaron con las exportaciones, pero se está manteniendo un asistencialismo muy fuerte. Hay paliativos, pero los problemas de fondo no han variado en Argentina.
¿Que procentaje de paro hay en su país?
Hemos llegado al 25% en 2001 y ha ido bajando hasta entre el 10% y el 11%. No son reales esos procentajes, porque los planes asistenciales cuentan como parte de la ocupación. Sin embargo, no es un ingreso constante del trabajo real. En Argentina existe mucha precariedad y mucho trabajo temporal. La juventud y las mujeres son las franjas más excluidas del régimen laboral y de la posibilidad de acceso a un empleo. Tampoco alcanzamos niveles dignos de ingresos para los ciudadanos, desde aquellas nefastas épocas de ajustes y privatizaciones, no han mejorado las pensiones de jubilación.
Las multinacionales españolas como Santander, BBVA -de origen vasco- o Repsol tienen mucho que ver en ese proceso de privatizaciones que se produjo en su país.
Fueron parte de la crisis en aquellos años en el estallido del «corralito», donde la franja de clase media de Argentina salió a la calle por la retención de los fondos ante la crisis financiera. La economía real está en manos de los capitales extranjeros. El sistema financiero, nuestra banca, sigue privatizado, nuestro banco central está a disposición de ellos. Los bancos españoles han tenido y han formado parte del saqueo.
¿La crisis actual afecta más a la clase trabajadora argentina?
El retroceso está encubierto por un asistencialismo muy fuerte, pero no se crea empleo genuino. Hemos retrocedido bastante con el tema de la deuda externa. Con la nueva etapa de gobernabilidad, la deuda externa para nosotros era un caso casi cerrado tras los distintos dictámenes que indicaban que era una deuda ilegítima, inmoral que fue contraida por gobiernos no elegidos por el pueblo en las dictaduras militares. Los distintos gobiernos democráticos asumieron que la deuda externa era ilegítima. Pero, en la actualidad, para liberarse de estas presiones del FMI y otros organismos que han agudizado nuestra crisis económica, han revertido esos principios y nos dicen que hay que pagar esa deuda. Con el esfuerzo de todo un pueblo, que se ha vuelto a levantar y ha acrecentado las arcas del tesoreo nacional, hoy están siendo derivadas al pago de la deuda externa y, más pronto que tarde, esos recursos no van a estar en nuestras manos para poder modificar de raíz nuestras estructuras económicas y políticas que sirvan a la población.
¿El FMI y otros organismos internacionales son saqueadores?
Sí. Siguen. No de forma tan abierta allí como acá como los ajustes. Allá, más solapadamente, siguen saqueando las reservas y las riquezas de Argentina.En nuestro país, los pagos de la deuda en este momento de crisis financiera nos impactan, porque se están recibiendo créditos. Nos seguimos endeudando, no somos un país económicamente independiente, a pesar de tener enormes recursos.
¿Qué propone ATE-CTA ante este problema tan grave y creciente que se está produciendo?
Históricamente venimos reclamando desde la Central de Trabajadores de Argentina la recuperación de la soberanía nacional, la independencia económica. Tenemos un país que tiene recursos para llevarlo adelante. Necesitamos nacionalizar las empresas que fueron privatizadas. Lamento decirlo aquí donde hay muchas empresas, con lobby del Estado español, pero necesitamos recuperar y nacionalizar la banca, y poder desprendernos del modelo productivo agroexportador basado en la soja transgénica. Necesitamos recuperar nuestras rotaciones de cultivos y nuestra pesca directa, La pesca en Argentina no pisa suelo argentino, se lleva a los barcos factoría directamente y sigue de largo. Necesitamos economías complementarias con otros países que necesitan nuestras materias primas, y desde las exportaciones de nuestras materias primas, incentivar una industria nacional que vuelva a generar empleo genuino, que mire el desarrollo e invierta en el consumo interno y en el ingreso de cada trabajador, es decir la inversión en aumento salarial, que apueste sin miedo y trabas internacionales para un desaarrollo e independencia mayor.
¿Usted cree que el Gobierno argentino está cediendo a los ineterses económicos?
Hay un doble discurso. Mantenemos muy latente aquellos años del 45 y 55 del proteccionismo y desarrollismo fuerte keynesiano en donde la clase trabajadora participó bastante. Se está jugando con esa memoria como si se estuviera haciendo ese proteccionismo y desarrollo de la economía nacional, pero la misma matriz es un fraude que padecemos. Al mismo tiempo, ese fraude político, esa mentira que se sostiene a partir de la asistencia social, genera un movimiento social de desocupados que presionan por crear un proyecto propio y genuino. El Gobierno tarde o temprano tendrá que acceder al diálogo con las fuerzas que están proponiendo una salida real de la producción, o no estará a la altura. Pero como está sometido a los capitales y a los intereses monopolistas extranjeros será un Gobierno más que pasará como otros. Es un desafío: o se vuelca a confiar en las fuerzas propias de trabajadores desocupados y movimientos sociales, o sigue mirando para fuera.
¿Sigue mirando hacia afuera?
En lo que es materia económica, sí; en materia social y derechos humanos y respecto a los juicios a las dictaduras, va bien encaminado; pero derechos humanos también son viviendas, salud, educación, trabajo, que no se están respetando. Es lo que se está exigiendo en este momento de crisis.
«Los bancos españoles que actuaron y actúan en Argentina formaron parte del saqueo financiero que sufrimos»
«La ATE-CTA propone la recuperación de la soberanía nacional y la independencia económica»
¿Qué es la Central de Trabajadores de Argentina (CTA)?
Es una central sindical de nuevo tipo. Nació a principios de los años 90, cuando se vislumbraban las privatizaciones y cierres de fábricas que se avistaron en el proyecto neoliberal, pero redefine una herramienta para la clase trabajadora, que admite movimientos sociales, desocupados, precarizados y no sólo trabajadores con empleo directo. Tiene extensión en todo territorio argentino y cuenta con dos millones de afiliados. Soy secretaria de Organización del consejo ejecutivo de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), sindicato de base, que dispone de 200.000 afiliados y 635 secciones.. Tenemos 85 años de vida. Nació con los primeros emigrantes socialistas y anarquistas.
¿Como contemplan los cambios que se están produciendo en América Latina desde países como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Brasil?
Están ayudando a la región, presionan a nuestro Gobierno a tomar decisiones más profundas. Aquellos movimientos que fueron a fondo a la transformación de sus constituciones, como Bolivia, nos ayudan a no quedarnos en lo superficial. La región está ayudando a que se pueda ir más allá, al fondo de las modificaciones sociales y políticas, hacia esa soberanía que necesitamos. Históricamente siempre hubo un proyecto emancipatorio regional, que vuelve a reavivarse y, obviamente, en nuestras democracias formales los bipartidismos también empiezan a hacer aguas, porque está resurgiendo esta región americana, como está quedando claro en las actuaciones y los debates.
¿En Argentina se avanza en relación a la corriente que están impulsado esos países de la zona o todavía queda mucho por hacer? ¿Se está despertando Argentina del letargo?
En 2003 en adelante está esa intención de recomponer el bipartidismo en Argentina. Lamentablemente el Gobierno nacional pudo y asumió bregar con nuevas fuerzas más allá de los partidos tradicionales, pero, al final, se quedó en un partido tradicional, pero una cosa sí que tenemos clara: que no se detiene la posibilidad de articular terceras o cuartas fuerzas electorales para hacer cambiar esta situación. Va a dar una diversidad, en este caso el giro que se está produciendo en toda esta región de América Latina ayuda y, por otro lado, plantea un debate interesante a nivel interno. Es lo que también están ustedes viviendo acá, procesos de cambio. Vivimos de cerca lo que ocurre en Euskal Herria, la calidad de los actores sindicales, políticos y sociales nos ayuda a este debate. J. BASTERRA