El Gobierno de coalición entre conservadores y liberal-demócratas de Gran Bretaña ha cumplido cien días en el poder, el periodo de cortesía que protocolariamente la oposición y los medios de comunicación se toman antes de empezar a criticar la acción de gobierno. No obstante, es pronto para saber hasta qué punto la coalición, hecho insólito en la política británica, puede funcionar. De momento, las primeras encuestas indican que la sociedad valora positivamente la coalición y que ha asumido la política de recortes planteada por George Osborne, ministro de Hacienda y «hombre fuerte» del Gobierno. Por otro lado, queda claro que los conservadores están sacando más partido que los liberales de la coalición y que los laboristas se recuperan en cierta a medida a costa de estos últimos. Los herederos del dúo Blair-Brown ponen sus esperanzas en ser capaces de vertebrar un nuevo liderazgo y en que, cuando los recortes empiecen a afectar directamente a los bolsillos de los ciudadanos, estos cambien su valoración sobre el Gobierno y su líder, David Cameron. De momento éste ha superado la primera prueba, puesto que su futuro político dependía de acceder al puesto de primer ministro en las pasadas elecciones. Aún queda por ver si aguantará el tirón los aproximadamente 1.700 días que le restan de legislatura.