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Maite SOROA

Un veraneante enrabietado

Siempre me ha llamado la atención la pasmosa facilidad con la que mucha gente llega a un lugar, pasa unos días de vacaciones y pontifica luego como un perfecto conocedor de su realidad.

Ayer, en «Abc», un tal Antonio Sáenz de Miera, que se describía como veraneante habitual en «Guipúzcoa», sentenciaba que en estos pagos «de ciertas cosas no se habla, advertimos silencios incómodos, palabras ambiguas. Existe un acuerdo implícito, casi invisible, basado en la prudencia, que elimina la política y otros asuntos aún más serios del lenguaje cotidiano». Ya me gustaría saber por dónde se mueve el turista en cuestión.

Pero ahora dice estar contento porque «ha bastado un cambio político en Ajuria Enea para que, aliviados, no percibamos ya esa irritación permanente; esa antipatía desdeñosa hacia todo lo que no encajara en la ideología nacionalista; esa aversión irracional hacia lo que de cerca o de lejos tuviera que ver con España». Lo que le escocía, como veremos a continuación, era la solidaridad con los presos y las pancartas reivindicativas. No se dejen engañar por la palabrería.

El turista, catedrático en vascología, muestra su alivio porque «hemos podido recuperar la confianza en el Gobierno al ver que se ha comenzado a aplicar la Ley para eliminar fotos y pintadas de ETA de los espacios públicos en las fiestas». Y es que, manifiesta dolorido, «todos los años los ciudadanos teníamos que soportar la presencia de fotos de asesinos y delincuentes, porque no son otra cosa, en las calles y en los balcones de los ayuntamientos. Era una vergüenza, una indignidad y una ofensa terrible para los familiares de las víctimas». Me lo imagino enrabietado, amargándose el veraneo y, de vuelta a Madrid, soltando perrerías. Pobre hombre. Lo que ha sufrido.

El asunto le obsesiona, porque insiste: «esas pancartas que año tras año ensuciaban las calles vascas no eran simples gamberradas. En el País Vasco eran, son, siguen siendo, una demostración de poder del terror, una amenaza a la ciudadanía». Y ahora llega al delirio: «La coalición PP-PSE ha tenido el valor de enfrentarse al problema más grave del País Vasco de frente». Algo más grave ya habrá, ¿No les parece?

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