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«Los cantantes nos expresamos en formas diferentes a un escultor, pero la finalidad es la misma: emocionar»

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Iwona Sobotka

Soprano

Anoche estrenó, entre las esculturas del museo Chillida-Leku de Hernani, una nueva composición de Bruno Dozza inspirada en la obra del escultor vasco. En su presentación en la Quincena Musical, la soprano rusa cantó también piezas de Rachmaninov y Shostakovich acompañada del pianista Alexis Delgado.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

La soprano polaca Iwona Sobotka tuvo un gran impulso en su carrera cuando ganó en el 2004, con solo veintidós años, el concurso Queen Elisabeth de Bélgica, uno de los más prestigiosos entre los europeos. Desde aquél momento fue consolidando su voz con paso tranquilo pero firme, y a estas alturas ha actuado ya en salas tan prestigiosas como la Wiener Konzerthaus o el Carnegie Hall, y colaborado con directores de la talla de Sir Colin Davis, Sir Simon Rattle o Sylvain Cambreling.

Siendo usted polaca, ¿por qué habla tan bien castellano?

Es porque hace siete años me fui a estudiar a la escuela Reina Sofía de Madrid. El idioma es algo que me ha quedado de aquellos años.

Pero usted se graduó en un centro muy prestigioso, la Academia Chopin de Varsovia. ¿Por qué decidió después ir a Madrid? ¿Es el Estado español un buen lugar para perfeccionar el canto?

Claro que sí. En concreto, el Reina Sofía es una muy buena escuela, que cuenta con una lista de profesores que son o han sido estrellas. El nivel es muy alto y se puede aprender muchísimo. De hecho, cuando llegué a Madrid tuve que olvidar prácticamente todo lo que había aprendido en Varsovia y empezar de nuevo. La escuela polaca de canto no está en sus mejores tiempos y los profesores no tienen mucha calidad. Tras la Segunda Guerra Mundial, mucha gente empezó a cantar porque hacían falta cantantes, pero no sabían muy bien cómo hacerlo. Cometían grandes errores que se han ido perpetuando por me dio de las relaciones profesor/ alumno, hasta hoy. Estudiar canto en Polonia no es una buena idea, muy poca lo conoce en profundidad. Todo ese conocimiento lo encontré en Madrid, con Tom Krause, quien me hizo reformar mi técnica comenzando con algo tan fundamental para un cantante como es la respiración.

Su carrera se lanzó cuando ganó el prestigioso concurso Queen Elisabeth de Bélgica. ¿Hasta qué punto cambió todo para usted con ese premio?

Hay dos formas de hacer carrera en el mundo de la lírica. La primera es ganar un gran concurso, como el Queen Elisabeth, y la segunda hacer buscarte un agente y un representante y realizar cientos de audiciones. Yo me alegro de que haber llegado mediante un concurso, porque llaman mucho la atención sobre tu persona. Pero los concursos son también experiencias un poco traumáticas. La presión es enorme, y cuando descubres que tú sólo eres uno entre doscientos candidatos te asustas mucho. Más en mi caso, que cuando llegué a la final no llevaba más que un año trabajando con Tom Krause. Pero sí, después del Queen Elisabeth me aparecieron muchas oportunidades. Hubo gente que me escuchó allí y me dieron mis primeras oportunidades importantes para actuar en festivales, y hasta grabé mi primer disco gracias al concurso.

Ahora está cantando de todo: ópera, repertorio sinfónico y recitales. Suele ser difícil encontrar cantantes que se muevan cómodamente en los tres campos. ¿Por qué camino le gustaría llevar su carrera?

Me gustaría explicar bien este tema, porque no es sencillo. Yo gané el Queen Elizabeth con veintidós años y con esa edad aún no sabes muy bien qué quieres hacer. Técnicamente no me sentía preparada para una carrera grande. Además quería hacer las cosas poco a poco para que no me ocurriera lo que a otros, que se apresuran a hacer de todo y se quedan sin voz en pocos años. Yo necesitaba sentirme más preparada y acumular experiencia antes de lanzarme de lleno al mundo de la ópera y el oratorio. Necesitaba mi tiempo para conocerme a mí misma y me lo tomé. Es ahora, en estos momentos, cuando me siento en el punto adecuado para hacer de todo. No quiero concentrarme en recitales, conciertos u óperas, me gusta variar y creo que tengo una voz que me permite hacer los tres géneros. Hacer ópera es una gran experiencia, pero puede resultar agotador. Los recitales son muy beneficiosos para la voz e implican una manera de expresarse mucho más íntima.

¿Cómo llegó a formar dúo con el pianista Alexis Delgado?

El mundo de los músicos es muy pequeño. A Alexis le conocí cuando estudiaba en Madrid, hablamos mucho y decidimos trabajar juntos, o al menos intentarlo. Digo intentarlo porque no es tan fácil encontrar un pianista con el que te comuniques bien. Puede ser un solista excelente, pero luego no funciona porque tenéis ideas diferentes de hacer música y de expresaros sobre el escenario. Alexis tiene algo fundamental: es muy amable y convierte la colaboración con él en un placer. Además nos comprendemos bien y nos enriquecemos mutuamente. Trabajamos fluído, no hace falta darle muchas explicaciones sobre la voz, porque entiende muy bien cómo funcionamos los cantantes.

Estrena una obra contemporánea inspirada en Chillida. ¿Le interesa la nueva música?

La verdad es que no tengo mucha experiencia aun con la música contemporánea. Me da un poco de miedo enfrentarme con ella, pero me animé con esta pieza porque Bruno Dozza la escribió pensando especialmente en mi voz. Muchas veces las composiciones contemporáneas tratan la voz de una manera muy diferente al repertorio clásico o romántico. Pero Dozza ha conseguido que me sienta muy cómoda. Además es una obra que me encanta, con un texto escrito por Alexis, y hemos disfrutado mucho los tres en Córdoba preparándola.

Además va a estrenarla entre las esculturas de Chillida. ¿Le gusta la obra del escultor?

Es mi primera vez en Euskadi y apenas conocía a Chillida, pero gracias a este concierto he empezado a conocerlo un poco y me fascina, me parece un fenómeno. Además admiro mucho que fuera capaz de dejar París y una carrera de mucho éxito por volverse aquí y centrarse exclusivamente en desarrollar su arte. Cambió su vida drásticamente en favor del arte y eso me inspira mucho. Me va a gustar cantar entre sus esculturas y espero sentir una afinidad especial con Chillida mientras lo hago. Los cantantes nos expresamos en formas diferentes a un escultor, pero finalidad es la misma: emocionar al que nos ve o nos oye.

Un recital de joyas en forma de canciones rusas

Además del estreno de «Con la frente en la noche», Iwona Sobotka interpretó ayer en Hernani dos ciclos de canciones bastante inusuales. Por un lado varias composiciones de Rachmaninov, «pura emoción» para Sobotka. «Rachmaninov no estaba contento con ellas, porque fueron escritas en la época de Schoenberg y de las nuevas músicas, y él seguía con su romanticismo y sin triunfar demasiado. Pero estas canciones son preciosas, auténticas joyas». Sobotka eligió también las «Canciones españolas» de Shostakovich para su presentación en la Quincena. «Son muy graciosas por su mezcla de elementos españoles y rusos. Las palabras están en ruso, pero son canciones populares, anónimas, en el estilo de los texto que le gustaban a Manuel de Falla».

M.C.

Ficha

T.O.: «Get Him to the Greek».

Dir.: Nicholas Stoller.

Guión: Jason Segel y Nicholas Stoller.

P.: Judd Apatow.

Int.: Russell Brand, Jonah Hill, Rose Byrne, Colm Meaney, Sean Combs, Lars Ulrich.

País: EE.UU.; 2010.

Género: Comedia gamberra.

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