Los rojillos siguen huérfanos en el apartado ofensivo
Un considerable margen de mejora
Las ocasiones locales más claras llegaron a balón parado con sendos remates de cabeza de Sergio que se marcharon arriba. Los de Camacho no supieron sacar partido de las deficiencias del revolucionario sistema de Lillo, que jugó con tres defensas claros.
OSASUNA 0
ALMERIA 0
Natxo MATXIN
No ha hecho sino comenzar la temporada y ya hay quien considera que el equipo ha alcanzado su techo. Mal asunto. Para el entrenador rojillo, José Antonio Camacho, los suyos «no tienen margen de mejora», a excepción de lo que se refiere al apartado del gol. Esa fue su visión del empate a cero ante el Almería.
El que suscribe, y a buen seguro que las poco más de 14.000 almas que se desplazaron hasta El Sadar, no está ni mucho menos de acuerdo con el murciano. Que las dos mejores ocasiones de los tuyos lleguen a balón parado, que las tenga que protagonizar un central y que sucedan en los últimos diez minutos no dice mucho a favor del juego de los anfitriones.
Si a ello le unimos que el novedoso -por llamarlo de alguna manera- sistema del rival permitía un sinfín de huecos y facilidades para hacerse con el dominio del esférico, pues la impresión de la escuadra navarra se vuelve todavía más dubitativa. Es una incógnita qué habría ocurrido si Osasuna se hubiera medido a un oponente con líneas más condensadas y presionantes y cuál hubiera sido el resultado final. Aun y todo, los de Lillo -también habrá que comprobar cuál será su rendimiento cuando se midan a un enemigo con un poco más de mordiente- pudieron ponerlo todavía más difícil si hubieran dado buena cuenta de las dos impresionantes ocasiones que se les ofrecieron en los cinco primeros minutos.
Bien es verdad que, al menos, la imagen de los locales resultó más competitiva que la que habían ofrecido durante la pretemporada. Esa nueva actitud y algunos pasajes de la primera parte fueron de lo poco que se pudo rescatar de un compromiso que, lejos de ir in crescendo, se fue muriendo paulatinamente y al que ni siquiera salvó el impetuoso y obligado arreón final a base de varias jugadas de estrategia.
Sorteados esos primeros puñetazos al aire andaluces, con un colombiano Vargas que se movía como pez en el agua entre las líneas rojillas, Osasuna personificó los mejores momentos. Que nadie se llame a engaño, eso no trajo consigo una retahíla de lances peligrosos. Mucha posesión, sí; acercamientos más que llegadas y un par de disparos de Aranda y Camuñas para que Alves se ganara el sueldo.
Soriano, destacado
Y en ese intervalo del despertar navarro destacó, por novedosa, la presencia de Soriano. No sólo por ser su primer encuentro oficial con la elástica rojilla, sino por sus movimientos. Hacía bastante tiempo que en El Sadar no se veía en el bando local a un futbolista de ida y vuelta. Lejos queda el recuerdo de la perla de Raúl García que hubo que traspasar por una cifra récord en la historia osasunista.
Mientras le duró el combustible, el futbolista maño navegó arriba y abajo, se personó un buen número de veces en el área rival, abrió con criterio a banda -dio algunos pases de mérito- y botó faltas y corners. Pero la nueva disposición también tuvo sus sombras, pues se obstaculizó en no pocas oportunidades con Pandiani -el uruguayo está acostumbrado a manejarse en esa posición- y en esa tesitura, el charrúa, amén de desacertado, estuvo desaprovechado. Por si esto fuera poco, Aranda también dedicó buena parte de sus esfuerzos a bajar para recibir balones, lo que generó una situación de overbooking en la zona de tres cuartos y que no hubiera efectivos en las inmediaciones del área pequeña cuando la situación requería estar prestos al remate.
De hecho, apenas se pudieron computar acciones de peligro al tándem de atacantes rojillos, hasta el punto de que el uruguayo debió ser relevado por Vadocz -el obligado cambio de Flaño por Josetxo quizás impidió tal reemplazo- y Aranda dejó su puesto a Lekic, o mejor dicho Leka, que es como le gusta que le denominen futbolísticamente. La entrada del serbio era de lo más esperado por la parroquia rojilla, confiando en el debut soñado, pero eso casi nunca ocurre y menos en Osasuna.
El cansancio del lógico desgaste de pretemporada y la falta de ritmo de competición hicieron que el envite fuera decayendo a medida que transcurría y sólo el acelerón final, con las dos ocasiones mencionadas de Sergio, avivó la esperanza.
Se ha iniciado una nueva temporada, pero el mensaje del técnico rojillo, José Antonio Camacho, no ha variado un ápice con respecto a anteriores cursos. El míster osasunista sigue viendo un conjunto que lo pelea todo -eso sucede casi siempre-, que llega en infinidad de oportunidades a las inmediaciones del enemigo -algo más cuestionable- y que le falta el gol -una verdad de perogrullo, que la ve todo El Sadar-.
«Mis jugadores han hecho un gran partido, con un derroche muy grande, en el que hemos pisado el área rival en infinidad de ocasiones y que si se hubiera producido alguna decisión diferente en esos lances, como definir mejor, pues estaríamos hablando de otro resultado», comentó el de Cieza, como análisis del choque.
El mal endémico de la escuadra que dirige, a juicio del preparador murciano, sigue siendo que «falta el gol», una circunstancia que, de haberse producido, «nos hubiera permitido que ellos buscaran más arriba y nos hubieran dejado huecos». «No me puedo quejar porque Camuñas y Monreal han pisado hasta diez veces el área durante la primera parte y algo parecido ha ocurrido en la segunda mitad. Sólo me queda felicitar a mis jugadores porque han trabajado muchísimo», añadió.
Por su parte, el míster almeriense, Juanma Lillo, destacó que Osasuna «no le pierde nunca la cara al partido, te va metiendo en jugadas a balón parado y te puede hacer un gol en cualquier momento». Respecto a su equipo, el tolosarra se quejó de que «no hemos hecho valer nuestra superioridad en aquellas líneas en las que la queríamos imponer y en situaciones favorables no hemos salido conduciendo el balón».
N.M.
Disparidad de opiniones en El Sadar con el comienzo liguero respecto al técnico, José Antonio Camacho, y el presidente rojillo, Pachi Izco. Mientras en Graderío se repitieron de manera frecuente los gritos en su contra, desde otras partes del estadio se replicó con pitos a esa muestra de desaprobación.
Javi Martínez no olvida su pasado osasunista y, como ayer, cada vez que puede asiste como espectador. El rojiblanco, sin embargo, no le trajo suerte a su ex equipo, ya que no pudo ver una victoria de Osasuna, algo que había conseguido históricamente ante el Almería.