Anoeta despidió la pasada temporada con una fiesta para celebrar el ascenso y ayer festejó el regreso a la elite con un triunfo muy importante ante uno de los seis equipos que en un principio están llamados a jugar una Liga diferente. Pero la Real vino a demostrar que el cóctel que llevó al éxito el año pasado formado por su carácter competitivo, el espíritu de sacrificio en defensa, la notable calidad de muchos de sus jugadores y la unión con su público también vale para lograr el objetivo de la permanencia en Primera.

Era tan importante como difícil ganar. Había dos semanas sin Liga y un resultado negativo, que era lo más normal ante un equipo que tiene un presupuesto muy superior al doble del realista, podía haber provocado que surgieran dudas en un inicio difícil con el Real Madrid como segundo visitante de Anoeta. Y la Real no sólo ganó, también convenció con un equipo en el que once de los trece primeros jugadores utilizados seguían de la pasada temporada y otro venía de Segunda B.

El Villarreal demostró que es un equipo de un gran nivel técnico y acaparó la posesión de balón en muchas fases del partido, pero la Real fue capaz de impedir que tuviera claras ocasiones de gol hasta las dos de los últimos minutos. Por juego y ocasiones los castellonenses merecieron empatar, pero tampoco se puede negar la justicia del triunfo materializado con un gol de Xabi Prieto, el mejor regalo en su 27 aniversario.

En una segunda jugada tras un corner, el donostiarra fabricó una pared con Joseba Llorente, que con un taconazo dejó al 10 realista en una clara situación que no desaprovechó. Es muy importante que el fichaje más destacado aportara una asistencia en su regreso a Anoeta, pero más que Xabi Prieto marcara porque la Real necesita que traduzca su calidad en goles.

No sólo ellos demostraron su clase. Dentro de un gran nivel colectivo, Aranburu y Mikel González jugaron un partido espectacular. Y en el caso del azpeitiarra es justo reconocer el mérito de Rivas. Si en otros partidos en los que se destacaba al manchego su posición muy retrasada perjudicaba a su pareja de baile y le hacía jugar peor, ayer sucedió lo contrario. Presionó y recuperó balones más adelantado y eso permitió a Aranburu que no sólo exhibiera esa intuición que le hace recuperar muchos balones, sino que los jugara con calidad. Además Rivas jugó el esférico con criterio y eso es necesario porque los dos pivotes deben recuperar balones, pero también pasarlos bien.

Buena respuesta desde el inicio

La Real plantó cara desde el inicio a un rival de más calidad, que acaparó la posesión de balón, pero sin disponer de ninguna clara oportunidad de gol en el primer tiempo. La superioridad técnica de los peloteros castellonenses moría en los últimos veinte metros. Desde allí dispararon hasta en siete ocasiones en el primer tiempo sin mayor peligro. Sólo Rossi fue capaz de chutar desde dentro del área a las manos de Bravo.

El chileno no pasó mayores problemas y la oportunidad más clara del primer tiempo la tuvo Carlos Martínez en un corner botado por Sutil que el lateral no acertó a enviar a la portería en clara situación. Además, el interior izquierdo puso en problemas en una falta a Diego López, que también se los buscó al recoger con las manos un balón pasado por un defensa.

La clara cesión sancionada a la altura del área pequeña no pudo ser aprovechada por Sutil, cuyo disparo repelió la muralla visitante. El ataque blanquiazul del primer tiempo se limitó a estas opciones a balón parado y a la búsqueda sistemática de la banda derecha. Hasta el minuto 28 no hubo un realista que tocara el balón en la zona izquierda del medio campo rival y lo hizo De la Bella al recoger un despeje tras un centro que, como casi todos, llegó desde la derecha.

En el segundo tiempo la Real mejoró su nivel. Se equilibró algo la posesión de balón y Sutil tuvo una clara ocasión en el minuto 5, en la que estuvo lento a la hora de buscar el disparo. Pronto llegó el gol de Xabi Prieto y la Real mejoró con la confianza que le daba la ventaja en el marcador y con la aportación positiva de los cambios, sobre todo de Griezmann y Viguera.

El riojano tuvo un buen remate que puso en problemas a Diego López y sólo en los últimos minutos el Villarreal amenazó el triunfo con un acoso ante el que los locales respondieron con un espíritu de sacrificio que se vio recompensado con la suerte de que el disparo de Nilmar saliera fuera por poco y de que entre Bravo y su defensa desbarataran la última ocasión.

Esos apuros finales incluso hicieron que supiera mejor el triunfo, que fue festejado casi como el del ascenso. Como la pasada temporada, en cada partido de Anoeta va a estar en juego el derecho a jugar en Primera y será bueno que las fiestas se repitan cada dos semanas.