Tras reunirse en la noche del lunes con el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, y con su entorno de confianza, en su residencia de Arcore, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, anunció que pedirá al presidente de la República, Giorgio Napolitano, que cese como presidente de la Cámara de los Diputados a Gianfranco Fini.

Sintomáticamente, fue el propio Bossi quien realizó el anuncio, confirmado luego por Il Cavaliere a través de un comunicado en el que juzga como «inaceptables» las declaraciones realizadas por Fini el domingo pasado y las presenta como «clara demostración de que juega un papel hostil a la mayoría y al gobierno», lo que le hace «incompatible» con su puesto de presidente de la cámara.

Fini, político postfascista que fundó junto a Bersluconi el partido Pueblo de la Libertad (PDL), fue expulsado de la formación el 29 de julio tras una larga pelea interna con el primer ministro. Pocos días después, anunció la creación de un grupo parlamentario propio, Futuro y Libertad para Italia, que reúne a 33 diputados y 10 senadores y cuyo apoyo es clave para el Ejecutivo berlusconiano, sobre todo en la cámara baja.

Tras un verano de altibajos y en el que Berlusconi amagó con someter a su Gobierno a una cuestión de confianza, Fini le lanzó un duro envido el pasado domingo en un milimetrado discurso en el que, tras dar por finiquitada su alianza con Berlusconi, dejó en manos de este último el futuro de la actual legislatura. En este sentido, Fini ofreció a Il Cavaliere un nuevo pacto para terminar la legislatura prometiendo que su grupo parlamentario apoyaría al primer ministro en una eventual moción de confianza.

Ello no fue óbice para que Fini lanzara duras críticas al hacer político de Berlusconi y reclamara para sí mismo la encarnación de un «centro-derecha nacional, liberal, social y verdaderamente europeo».

Cálculos políticos

Todo apunta a que Berlusconi ha decidido no prestarse a ser un rehén de Fini en lo que queda de legislatura. En su decisión pesa, sin duda alguna, el odio que profesa Bossi a Fini.

Con este movimiento, Berlusconi vuelve a lanzar la pelota y la deja en el tejado de un Fini que tiene que decidir entre dar marcha atrás o permitir elecciones anticipadas.