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Lurdes Auzmendi Viceconsejera de Política Lingüística del Gobierno de Gasteiz

Todos con el euskera

En la normalización del euskera se puede avanzar mucho sin recurrir a las sanciones. El camino de la imposición sólo produce rechazo. Nuestro objetivo es un bilingüismo basado en la libertad, es decir, en la libre adhesión de la ciudadanía

En Euskadi la política lingüística ha sido siempre fruto del acuerdo. En este país, la sociedad en su conjunto ha apostado de manera clara por la normalización del euskera, independientemente de las diferentes sensibilidades políticas que conviven en ella. Pueden existir matices según quién resida en Ajuria Enea, pero todos compartimos un presupuesto básico: que el euskera y el castellano no se encuentran en el mismo nivel y que, por lo tanto, para acercarnos paulatinamente al equilibrio entre las dos lenguas oficiales, es necesario adoptar medidas positivas a favor de la lengua vasca, respetando siempre las diferentes opciones lingüísticas de la ciudadanía. Esa es la filosofía de la ponencia Euskara 21, que obtuvo el apoyo casi unánime del Parlamento Vasco, y el Gobierno, como no podía ser menos, se ha sumado a ella.

Junto al consenso, el segundo pilar de la política lingüística es la cooperación con organismos y asociaciones. Estamos mejorando la imprescindible coordinación de todas las instituciones públicas en aquello que afecta al idioma, a fin de evitar duplicidades. Por otra parte, los agentes sociales que trabajan a favor del euskera han aportado mucho a la labor que realiza el Gobierno Vasco y esperamos que todavía aporten más. Tenemos y siempre tendremos abiertas las puertas a sus propuestas e incluso, cuando sea el caso, también a sus críticas.

No son sólo palabras. Este año hemos puesto en marcha el Instituto Etxepare con la misión de dar a conocer la lengua y la cultura vasca en el mundo. Hemos convocado el Consejo Asesor del Euskera. Hemos suscrito un convenio con la Oficina Pública de la Lengua Vasca del País Vasco Francés y estamos trabajando en uno semejante con el Instituto Navarro del Vascuence-Euskarabidea. En un período de grave crisis económica que se ha dejado sentir en la sociedad y, por descontado, en todos los departamentos del Gobierno Vasco, hemos conseguido mantener las subvenciones al euskera (12.690.000 euros en total), con una rebaja mínima respecto al año pasado.

El mérito no es sólo nuestro, pues la normalización del euskera no es desafío de un gobierno únicamente. Ni de éste, ni del anterior. En toda la sociedad existe un manifiesto consenso a favor de la lengua vasca. En el sistema educativo, por ejemplo, el modelo D está sólidamente enraizado. En ese ámbito no pueden producirse retrocesos. La sociedad no los aceptaría. Sin embargo, ese modelo, como tantas otras cosas, tiene que adaptarse a las nuevas realidades, para hacer sitio al inglés y a otras lenguas. La escuela euskaldun tiene que ser pionera en el plurilingüismo.

En los últimos treinta años la realidad lingüística de Euskadi se ha transformado. El euskera ya no es una lengua oprimida o despreciada. Cada vez son más los ciudadanos que la conocen. Sin embargo, su uso real no se corresponde con su conocimiento. Nuestro objetivo es, precisamente, incrementar su utilización. Para ello, tenemos que conseguir que la lengua resulte atractiva a todos. El euskera necesita una imagen moderna, plural e integradora. Estamos en ello.

Como ya he señalado, el consenso es el pilar fundamental de toda política lingüística. Consenso y presión son dos términos que consideramos contrapuestos. En la normalización del euskera se puede avanzar mucho sin recurrir a las sanciones. El camino de la imposición sólo produce rechazo. Nuestro objetivo es un bilingüismo basado en la libertad, es decir, en la libre adhesión de la ciudadanía.

Antes de terminar, quisiera mencionar otra cuestión. Me refiero a la racionalización de los títulos de euskera. Pretendemos reunir todos los certificados en un registro unificado en el que se deje constancia de las equivalencias entre ellos. A quienes estudien en euskera en Secundaria o en la Universidad les queremos reconocer un nivel de competencia cuando terminen sus estudios. Además, nuestra intención es facilitar a los adultos que aprendan el idioma el procedimiento para obtener el título.

Finalmente, en lo que a los perfiles lingüísticos respecta, pese a lo que suele afirmarse, no se han producido modificaciones significativas. Es cierto que, en algunas convocatorias, el euskera se está valorando como mérito algo menos que lo que venía siendo habitual, pero eso ha ocurrido siempre dentro de los márgenes de la Ley de la Función Pública Vasca (1989) y del Decreto por el que se regula el proceso de normalización del uso del euskera en las administraciones públicas (1997). En nuestra opinión, habría que realizar un análisis detallado de esta cuestión, coordinado con los diferentes ámbitos administrativos y los sindicatos y teniendo en cuenta la opinión del Consejo Asesor del Euskera. Debemos saber si los perfiles se corresponden con las necesidades comunicativas de los puestos de trabajo y, por lo tanto, si son adecuados para trabajar en las dos lenguas oficiales, cuando así se precise, y si garantizan las opciones y los derechos lingüísticos de la ciudadanía.

Este año largo nos ha dado la oportunidad de comprobar la veracidad de una frase que se repite a menudo pero en la que tal vez no se cree tanto: que el euskera es de toda la ciudadanía vasca. En la Viceconsejería de Política Lingüística trabajamos con esa convicción. Nuestra voluntad es seguir avanzando en la normalización del euskera, sin prisa, pero sin pausa.

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