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Cuatro meses resistiendo a las obras del TVA mediante la ocupación

El caserío Leginetxe lleva alargando su destino cuatro meses. Lejos de ser demolido, ha conseguido convertirse en un espacio «humilde y sencillo» de resistencia anti-TAV.

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Zuriñe ETXEBERRIA I

No se lo esperaban», aun así, los «okupas» de Leginetxe llevan haciendo frente a las obras del Tren de Alta Velocidad durante casi cuatro meses. No esperaban que la ocupación fuera para tan largo y, en ese sentido, se muestran contentos. Sin embargo, también reconocen que es un trabajo voluntario que requiere mucho tiempo y dedicación. Tiempo y dedicación que se ven obligados a compartir con sus respectivos trabajos y/o estudios.

Desde el comienzo, estos activistas anti-TAV han ido conociendo «diferentes ritmos». Al principio, tal y como relata uno de los activistas, «comenzamos haciendo turnos de 24 horas para evitar el desalojo». Ahora, por contra, resulta más complicado cubrir los turnos con tanta frecuencia, pero continúan resistiendo. Para volver a aunar fuerzas han organizado una acampada para el próximo fin de semana.

El destino de este caserío situado en el barrio de Leginetxe, en Zornotza, dio un giro de 360 grados el pasado 17 de mayo. Las paredes de este baserri, expropiado por las obras del TAV, aunque no sabían por cuanto tiempo, volvieron a respirar algo de aire fresco cuando varias personas decidieron afincarse en él, para de esta manera evitar el indeseado trueque de un caserío a cambio de un viaducto para la alta velocidad.

«Reivindicamos otro modo de vivir, más despacio, respetando a la amalurra, intentando mantener los bosques, los ríos, los baserris como siempre han sido», defienden desde Zornotzako Elkarlana. En cuatro meses, han sido numerosas las actividades y talleres con los que han querido reivindicar que otro modo de vida es posible. Desde las ventanas de Leginetxe, sin embargo, han sido testigo de cómo las obras del TAV van, poco a poco, devorando todo espacio verde y natural que encuentran a su paso. Al mismo tiempo, observan cómo millones de euros van desapareciendo tras el hormigón, «mientras muchas personas están en paro y no tienen para llegar a fin de mes».

Durante este tiempo de resistencia, los «okupas» han tenido que hacer frente a los intentos de desalojo, a supuestas denuncias «por delito ecológico» de Adif, e incluso a agresiones por parte de los trabajadores de las obras. Fue el seis de julio cuando con intención de entorpecer las labores de las obras del TAV, varios activistas decidieron sentarse en el suelo impidiendo el paso a un camión. Fue entonces cuando el conductor del camión, además de amenazarles con pasar, literalmente, por encima de ellos, se acercó hacia ellos con una barra de hierro. Los guardas de seguridad tuvieron que tranquilizar al trabajador.

Acampada el próximo fin de semana

Cuatro meses dan para muchas anécdotas, unas más agradables que otras, pero sobre todo es un tiempo hermoso para pensar y reflexionar. Leginetxe se ha convertido en un punto de encuentro para «pararse a pensar que hay otro modo de convivir con la tierra, que no sea llenándola de cemento, tuneles, viaductos o pistas». En este sentido, con el objetivo de reforzar la lucha contra el TAV y reavivar la «humilde y sencilla» resistencia que hace de Leginetxe un lugar especial, para los próximos días 17, 18 y 19 de setiembre han organizado una acampada «para seguir levantando su particular sarda frente a la imposición». La acampada comenzará con una marcha en bicicleta, que partirá el próximo viernes a las siete de la tarde desde Zornotza. Recitales de poesía, talleres, teatros o marchas para ver in situ el estado de la zona afectada por las obras son algunas de las actividades que han programado.

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