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Raimundo Fitero

Poco respeto

La tarde del pasado domingo, en La 2, encadenaron, como hacen con asiduidad, una serie de programas de claro y evidente contenido divulgativo de los aconteceres culturales. Una buena actitud, una necesidad, un desahogo de la estulticia general, las películas gruesas, los deportes, el griterío. Pero al igual que en términos generales aplaudimos esta iniciativa que nos hace reafirmar las pocas ganas de defender una televisión pública, resulta que nos encontramos con una falta absoluta de respeto, tanto a los telespectadores que se puedan interesar por este bloque programático, como por la propia cultura, ya que entendemos que no es de recibo ofrecer una agenda el día doce de septiembre, con actividades del diez de abril. No se trata solamente de ocupar unas horas de programación con estos intentos de acercamiento a la vida cultural, sino que debe hacerse con las condiciones adecuadas para que crezca la credibilidad, se enganche a los presuntos interesados y se trate con el rigor y pasión que despierta el más idiota e intrascendente partido de cualquier deporte con balón o bola. Nada más.

Pasó en «Página 12», ese recorrido por el mundo editorial que tiene un buen formato, aunque se mantenga tan pegado a la presión editorial de consumo, y nos dejó con mal cuerpo, al igual que nos pareció muy poco elaborado, como perdido en una levedad excesiva el debate dedicado a la literatura y el humor, que se ofreció en otro programa similar, «Nostromo», con unos invitados desaprovechados, llevando el asunto por caminos que no ofrecían vías para entender lo prolijo de lo planteado, especialmente porque partía de falacias, o desconocimientos dolosos, en sus planteamientos.

Estos detalles de falta de respeto se acumulan y entorpecen las posibilidades de crecimiento. Insistiremos: no hay que hacer el paripé de llenar huecos en la parrilla con cosas que hablen de libros o espectáculos, sino tratar esos asuntos con el rigor requerido. Después emitieron «Redes», y ahí tenemos un paradigma a imitar de divulgación científica que llega, precisamente porque está tratado todo con el máximo respeto: los invitados, los temas y, sobre todo, el telespectador.

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