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«Deberíamos atrevernos a romper las estructuras de nuestras actuaciones»

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Maialen Lujanbio

Bertsolari

Maialen Lujanbio es un espíritu inquieto que no se limita sólo al circuito tradicional de bertsolaris. No es la primera vez que la hernaniarra intenta llevar el bertso un paso más allá, y probarlo en proyectos artísticos que rayan lo experimental. Ya lo hizo con «Ornitorrinkus» y ha vuelto a ello en una colaboración con Alessandro Bosetti, cuyo resultado se podrá escuchar esta tarde en Arteleku.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

La bertsolari y el artista sonoro italiano se encontraron por primera vez hace una semana por mediación de ERTZ, el festival de otras músicas que este año cumple su undécima edición. El sábado presentaron en Bera los primeros frutos de su colaboración y, esta tarde, a las 19.00, volverán a poner en marcha en Arteleku (Martutene) los mecanismos de un espectáculo que mezcla bertsos, música e improvisación.

¿Cómo llegó a colaborar con Bosetti en este proyecto?

La verdad es que Alessandro y yo no nos conocíamos de nada, pero venía invitado al Ertz de este año y, desde el festival, nos propusieron hacer algo juntos. Alessandro trabaja sobre el sonido de las lenguas, la musicalidad de las palabras, y le interesaba mucho este acercamiento al bersolarismo. Empezamos a trabajar tres días antes del concierto, buscando puntos en común entre su mundo y el mío para, desde ahí, establecer unas pautas sobre las que poder improvisar.

¿Cómo definiría el resultado de esta colaboración?

Realmente es difícil de explicar qué es lo que sale de todo esto. Resumiendo mucho, diría que es «música de la palabra». Mi punto de partida es el bertso, soy muy consciente de que quiero partir de ahí, pero luego termino buceando en otros terrenos, tanto relacionados con el texto, como con otras formas de expresión. Todo es una mezcla de música, lengua, bertsos, juegos de palabras, las palabras como sonidos, el ritmo...

Alessandro Bosetti es un artista con una línea de investigación muy definida. ¿Ha sido interesante para usted, como bertsolari, trabajar con alguien de este perfil?

Alessandro es un artista muy interesante. Ya conocía algo de su trabajo antes de que tuvieramos la oportunidad de encontrarnos. Los bertsolaris estamos siempre muy sensibles con todo lo relacionado con nuestra lengua, porque, entre otras cosas, es nuestra herramienta de trabajo. Además de ver cómo trabaja sobre el sonido de las lenguas, para mí ha sido muy interesante leer sus textos, que tienen un contenido muy potente, y trabajar sobre sus propuestas aplicando las estrategias de los bertsos, y viceversa. Es curioso, porque partiendo de mundos, a priori, tan distintos, ha habido un punto de encuentro claro entre nosotros.

¿Cómo se sintió el sábado durante el estreno del espectáculo?

La sensación que tuve sobre el escenario fue un poco extraña, porque no tenía una idea muy clara de qué era lo que iba a salir, ya que no hay una forma definida para el concierto, o performance. Existen pautas desde las que partimos pero, en última instancia, no sabía qué va a salir ni cómo se va a fusionar mi parte con la de él. De la misma manera, cuando todo terminó, tampoco me quedaron muchos indicios para calcular si la cosa había ido bien o mal. Pero, hablando puramente de sensaciones, tengo que reconocer que estuve cómoda. Fue una experiencia muy intensa, pero me sentí bien.

¿Y cómo reaccionó el público de Bera a esta propuesta tan arriesgada?

La gente ya sabía a dónde iba. Tratándose de un concierto organizado por Ertz, uno no espera escuchar bertsos o música a la manera tradicional. En general, el feedback que nos llegó de la gente que asistió fue que les gustó y les suscitó curiosidad e interés. De todas formas, soy consciente de que lo del sábado en Bera fue una prueba, que la obra no está perfeccionada ni acabada y que esa indefinición es parte de su filosofía. Se trata de una gran improvisación y, por eso, seguramente, el concierto del martes en Arteleku será bastante distinto al del sábado. Es importante que la gente sea consciente de ese nivel de prueba y experimentación al acercarse a escucharlo.

No es la primera vez que se embarca en un proyecto experimental con música. ¿Por qué le interesa tanto este mundo?

Todo viene de «Ornitorrinkus», el proyecto de bertsos y música experimental que tenemos Judith Montero, Xabier Erkizia y yo. A través de eso, empecé a saber algo más de este mundo nuevo que es la música experimental y las performances. Me interesa mucho, porque creo que el bertsolarismo tiene bastante que aprender de ellos. Rompen moldes y fronteras, y quizá nosotros también deberíamos atrevernos a romper las estructuras de nuestras actuaciones. Por supuesto que es importante mantener el circuito tradicional, el principal, pero este tipo de ejercicios experimentales son parte de una búsqueda de otras posibilidades de expresión que puede dar el bertso.

Alessandro Bosetti: «Colaborar con una bertsolari ha sido un sueño hecho realidad»

¿Qué es lo que ha buscado hacer en esta colaboración con Maialen Lujanbio?

Lo cierto es que yo no conocía demasiado bien lo que ella hacía, así que tuvimos que encontrar un buen camino para colaborar. Previamente a encontrarnos aquí, Maialen me envío melodías de bertsos tradicionales y, sobre esa base, yo preparé algunos sonidos y textos que se pudieran adaptar a ellos, que también le envié para que ella, a su vez, pudiera seguir trabajando. El intercambio ha sido mutuo. Lo más interesante de todo esto es que hemos descubierto que, en realidad, los dos llevamos a cabo prácticas muy similares pero en mundos completamente diferentes. En este proyecto, ella improvisa sobre mis textos a su manera y con su personalidad, mientras que yo vuelvo a improvisar sobre sus improvisaciones. Ella lo hace empleando su voz, y yo utilizo mi voz y procedimientos electrónicos, generando ruidos y sampleando los sonidos que surgen para volverlos a utilizar y modificar después.

¿Quién de los dos ha marcado la dirección del proyecto?

En ese aspecto hemos estado exactamente al mismo nivel. Ha habido un flujo de información desde su campo al mío, y viceversa, y creo que ambos nos hemos enriquecido con la colaboración, y hemos intentado entender lo que el otro quería lograr. Pero seguro que ninguna ha intentado imponer nada al otro.

¿Encuentra interesante el bersolarismo como sujeto de estudio dentro de su trabajo en torno a la musicalidad de las lenguas y de las palabras?

Lo encuentro extremadamente interesante. Sabía de su existencia desde hace mucho tiempo, porque siempre he estado fascinado por los ejemplos de habla que se convierten en música sin necesidad de ser cantandos. Y en la bertsolaritza esto se da, pero es algo más relacionado con la poesía que con el canto. Anteriormente, había estado buscando experiencias similares de habla, primero mi Italia natal, en la zona de Cerdeña, pero también en Canarias y otros lugares. Pero nunca pensé que podría colaborar directamente con una bertsolari, y además en euskara, una lengua única que no se entronca con ninguna de las familias lingüísticas de Europa. Es un sueño hecho realidad.

¿Qué nos puede decir sobre su otra actuación, el jueves en Kristina Enea?

El jueves voy a presentar mi trabajo usual, en el que me acerco al fenómeno del habla desde distintas perspectivas. Por ejemplo, empleo muchas repeticiones de palabras y frases. Cuando repites algo una y otra vez, las palabras empiezan a perder su significado y empiezas a percibirlas con un sentido musical. También empleo melodías extraídas directamente del ritmo y la entonación de diferentes lenguas. Se trata de un acercamiento poco común a esa actividad omnipresente que es el hablar. M.C.

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