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Turquía, las esencias y sus guardianes

Los resultados del referéndum para modificar la Constitución turca arrojaron unos resultados complejos para el análisis. El apoyo del 58% a la enmienda constitucional es, en primer lugar, un triunfo para el primer ministro Recep Tayyip Erdogan. El test de liderazgo que suponía el reto lo ha superado con nota, y salir en siete citas electorales victorioso da muestra de su carisma y gancho popular. El hecho de que su partido, el AKP, hunda sus raíces en el Islam político, y que por ello se le haya acusado de ocultar una agenda para la islamización de Turquía, no ha supuesto desgaste alguno para él.

Desde los tiempos de Mustafa Kemal Atatürk, fundador de la República de Turquía, el nacionalismo ardiente, la laicidad del Estado y la tutela militar como bastión y guardián de esas esencias han sido una constante. Así, los golpes de estado han determinado el rumbo de la política turca, y tanto el Ejército como el Tribunal Constitucional no han dejado de intervenir, por activa o por pasiva, en la vida política. La aprobación de la reforma que somete a los militares al poder civil, que autoriza al Gobierno a designar más jueces del Tribunal Constitucional o a juzgar las atrocidades cometidas por el Ejército durante el golpe de 1980 se ha interpretado como un cambio en el juego de balanzas del poder turco. Un cambio saludado por la Unión Europea, Estados Unidos y los mercados, y que ha retratado a una Turquía contradictoria y polarizada. Una sociedad de valores mayoritariamente conservadores e islámicos, un establishment laico y con misión de guardián de las esencias, y un gobierno de agenda islamista que mira con un ojo a Europa y se proyecta hacia Asia como potencia regional.

Al mismo tiempo, el llamamiento al boicot realizado por el partido kurdo BDP ha sido masivo en las provincias kurdas, que han hecho oír su voz. Reconocer al pueblo kurdo sigue siendo la herida abierta y la gran asignatura pendiente de Turquía. Sólo desde un nuevo enfoque de diálogo y negociación podrá abordarse ese desafío. Ahora es el momento. Para Turquía, también.

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