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Nulos réditos de un forzado plan B

Camacho alineó cuatro cambios con respecto al Bernabéu -algunos no debieron jugar por su bajo estado de forma-, pero los síntomas de encefalograma plano continúan latentes. La escuadra, que sigue peleada con el gol, apenas generó ocasiones de peligro reseñables.

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MALLORCA 2
OSASUNA 0

Natxo MATXIN I

Al componente de ser un partido ansiado por El Sadar desde hace tiempo habrá que sumarle la incógnita de si será una reválida planteada desde el graderío. Así se presenta el inmediato derbi de este martes, calentito, muy calentito. Osasuna se presentará con toda una estadística negativa a sus espaldas: un punto de nueve posibles, ningún gol en tres partidos y fútbol inexistente hasta el momento. Vamos, un barco a la deriva.

Nada del buen rollo del que tanto se ha hablado a lo largo de la presente semana y en pos del cual los jugadores se habían conjurado dispuestos a traerse algo positivo de Mallorca, un rival que se encontraba en parecidas circunstancias. Al igual que el A, el plan B, justificado a medias por el mal momento deportivo y lo cargado de la semana en cuanto a compromisos se refiere, tampoco funcionó ni aportó mejoría alguna.

Quitando el arreón final y los primeros diez minutos, los dirigidos por Camacho dejaron trazas de conjunto insulso, incapaz de hilvanar dos pases seguidos y carente de veneno en los metros finales. Recurso reiterado y consigna técnica, el equipo lo intentó desde la lejanía con un variado surtido de disparos desviados ante la imposibilidad de llegar con ciertas garantías al área rival.

Quitada la buena salida inicial, la iniciativa fue de manera paulatina cayendo del lado del anfitrión, que tampoco ponía en excesivos aprietos a los rojillos, pero que cada vez se fue aproximando con más criterio, guiado por las impulsivas arrancadas de un Nsué, mejor controlado en banda por Monreal, pero incisivo en sus diagonales y búsquedas de espacio por el centro. El duelo entre el ex txuri urdin y el internacional navarro fue de lo más destacado de un envite sin gran sustancia.

Con esas premisas y la reciente raquítica trayectoria de ambas escuadras en el apartado ofensivo -ninguna de las dos había anotado hasta ayer-, el 0-0 parecía un resultado ajustado a los méritos de ambos contendientes. Sin embargo, y aunque parezca lo contrario, el fútbol sigue siendo un deporte y, por definición, en el que cualquier contingencia determina de manera decisiva el devenir de un choque. Y así sucedió en el meridiano de la primera parte, y, como casi siempre, siendo negativa para los intereses del conjunto osasunista.

Penalti y se acabó

En esta ocasión fue una absurda mano en el área de Miguel Flaño -ni siquiera protestó una posible falta de intencionalidad ante el trencilla- la que decantó la balanza del lado del oponente una vez más. Una acción que no puede incluirse dentro del catálogo de la mala suerte y sí de los errores graves que anulan la posibilidad de luchar por los tres puntos en juego.

Si a ello le unimos la escasa capacidad de reacción navarra -Osasuna ejecutó su primer corner en el minuto 60-, la tarea se convirtió en ingente para un conjunto que, pase lo que pase en la jornada, ya ha caído en puestos de descenso y que incluso, caso de que Racing y Levante sacaran adelante sus compromisos, podría ocupar la última plaza de la tabla.

Pero, con todo, lo peor no es el escaso bagaje de puntos -se podría argumentar que la escuadra rojilla ha tenido que disputar dos partidos fuera de casa en tres jornadas-, sino la sensación de grupo sin alma que destila sobre el césped. Hace tiempo que este equipo ha perdido algunas de sus señas de identidad -tensión y garra-, pero ahora esa dinámica se ha acentuado hasta niveles preocupantes.

Quizás el especial condimento que rodea a todo derbi sea el ansiado acicate para que Osasuna dé un necesario giro de timón, en el que contará a buen seguro con el apoyo incondicional de su afición, pero a la que también hay que ofrecerle algo que justifique la entrada que paga. En cualquier caso, siempre es bueno diferenciar que las protestas de una gran parte de la afición no van destinadas a los jugadores, y sí hacia el palco y, en especial, hacia la tarea del actual técnico.

«El equipo necesita cariño, comprensión y convencimiento»

Tres jornadas y el gol sigue sin llegar. Después de los argumentos de la primera jornada sobre el gran número de llegadas al área frente al Almería y las explicaciones de la dificultad de puntuar en un estadio como el Bernabéu en la siguiente, ayer le tocó a José Antonio Camacho emplear justificaciones de carácter emotivo.

«De cara al gol, el equipo ahora mismo está falto de algo, necesita cariño y comprensión, además de un convencimiento como el de los últimos 25 minutos, en los que hemos tocado mucho mejor el balón», comenzó analizando el técnico murciano, lanzando un claro mensaje al entorno rojillo.

Claro que no todo pueden ser factores externos. Al preparador rojillo no le quedó otro remedio que reconocer una evidencia palpable ya desde pretemporada: «Me preocupa no tener ocasiones de gol claras -dijo- en los dos últimos encuentros. A ver si alguien la da con la coronilla y entra de una vez», comentó en un tono irónico, que a gran parte de la afición le va a sonar a falta de ideas para solventar una situación preocupante.

Volviendo, por otro lado, a antiguas justificaciones, Camacho explicó que la derrota se había producido porque el Mallorca «se ha encontrado con un gol en una jugada rara que ha decantado un partido equilibrado en el que ninguno comprometía al otro. Ellos tampoco veían portería y los goles vienen cuando tienen que venir», valga la redundancia.

«Ya dije que teníamos un calendario difícil y se ha confirmado. En todos los sitios se vuelcan con su equipo y nosotros estamos faltos de cariño. De todos modos, los jugadores están acostumbrados a jugar con tensión y la afición estará seguro con ellos el martes, donde hay que dar el do de pecho», insistió. GARA

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