GARA > Idatzia > Euskal Herria

El PNV recuerda a su olvidado Luis Arana Goiri mientras da estabilidad al Gobierno español

Han tenido que pasar 59 años de su muerte para que el PNV haya impulsado la publicación de un ensayo histórico acerca de la figura del cofundador del partido, Luis Arana Goiri. Quien consideró el Estatuto de 1936 como un «mísero plato de lentejas» es ensalzado por sus descendientes políticos cuando, precisamente, firman un acuerdo para dar estabilidad al Gobierno español.
p033_f01_141x109.jpg

Agustín GOIKOETXEA

Mucho se ha escrito sobre la «doble personalidad» del PNV en sus 115 años de historia, pero no por ello dejan de aparecer nuevos ejemplos de lo que es parte de esa historia. Menos de 24 horas después de que Iñigo Urkullu sellara con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en La Moncloa un pacto por el que en 2011 se transferirán varias competencias sociolaborales pendientes desde 1979, el líder jeltzale presentaba, en el atrio de Sabin Etxea y ante una veterana parroquia, un libro sobre Luis Arana Goiri, al que su autor, el historiador labortano Jean-Claude Larronde, considera «un referente en la historia del nacionalismo vasco».

En el acto del jueves, Urkullu -consciente de la importancia del que fue máximo mandatario del PNV de 1908 a 1915, y después en 1932- avanzó que «este libro será estudiado con lupa en la búsqueda de alimentar etiquetas desfavorables para el nacionalismo vasco». Cierto o no, la realidad es que la praxis política jeltzale, con el ejemplo más claro en el actual abrazo a un PSOE vapuleado por la crisis económica, tuvo el 1 de octubre de 1936, a los pocos meses del golpe de estado del general Francisco Franco, otro hito en el añorado Estatuto de Autonomía aprobado por las Cortes españolas.

De aquel hecho, el hermano de Sabino Arana dijo: «Es una cartilla de servidumbre que el Parlamento español de hoy concede al pobre pueblo vasco, víctima oprimida por la maldita Ley de octubre de 1839... Engaño, burdo engaño a nuestra libertad histórica es el Estatuto. Mísero plato de lentejas con que pretenden borrar en nuestros corazones el amor a nuestros derechos históricos robados en octubre de 1839».

Pero las críticas del cofundador del PNV hacia los dirigentes de entonces no quedaron ahí, como ha sido plasmado en el libro de Larronde. El 1 de marzo de 1937, Luis Arana arremete contra los pactos entre Indalecio Prieto y Largo Caballero con José Antonio Agirre y Manuel Irujo, al considerar que no hacían más que «encadenar» al PNV a España. Del Estatuto ensalzado durante décadas por la historiografía jelkide, Arana Goiri dice: «Maldito Estatuto español que nos pareció algún ascenso en nuestro ideal, en otro tiempo, pero que, de un modo insospechado por nuestras gentes, con capa de vasquismo los españoliza».

La antesala a estas rotundas críticas ya se había producido tras el acuerdo por el que, el 25 de setiembre de 1936, Manuel Irujo fue nombrado ministro sin cartera del Gobierno de Largo Caballero. A su vuelta de pasar unos días en Algorta, el 5 de octubre, dos jornadas antes de que Agirre formase su Ejecutivo autonómico en la Casa de Juntas de Gernika, Arana se dio de baja del PNV, aunque mostró su voluntad de no promover una escisión en el partido. «Basta una víctima como protesta», escribió.

Poco después de la toma de posesión del primer lehendakari en la villa foral, quien dejó la primera línea política en 1933 al dimitir como presidente del Bizkai Buru Batzar, dijo haber soportado «muchas desviaciones del partido» desde la Asamblea de Tolosa de aquel año, que le llevan al abandono de las siglas que fundó. Era el epílogo a la vida política de un personaje que fue, entonces y en las décadas siguientes, objeto de exclusión, marginación y rehabilitación.

El autor de su biografía, historiador y abogado emérito, le achaca «falta de flexibilidad» en sus planteamientos e «incapacidad de evolucionar» en su discurso en aspectos como el papel que debían desempeñar las mujeres. De él, Iñaki Arana, su nieto, lamentó que fuera un «incomprendido» del que «algunos hasta han dudado de que si realmente inspiró a su hermano Sabino la idea nacionalista». En esa misma línea, el actual presidente del EBB destacó su «espíritu crítico y compromiso militante», que le llevó en 1932 a dejar consolidado al partido en Bizkaia y Gipuzkoa «y en desarrollo en Araba y Nafarroa».

Arquitecto y voz crítica

De la obra de Larronde se desprende el papel fundamental de Luis Arana en la toma de conciencia nacional de su hermano y de la expansión de sus ideas, acompañado de la organización del PNV hasta dotarlo de una firme estructura y medios de comunicación para la difusión de su ideario. Hay quien le atribuye ser uno de sus arquitectos; por cierto, ésa fue su profesión. Contribuyó al diseño de la ikurriña, aunque también en esto hubo controversia, al considerarla él la enseña de Bizkaia.

Luis Arana fue pieza clave también en la creación del sindicato Solidaridad -luego ELA- y cabeza visible de Aberri, de la que fue presidente entre 1922 y 1930, cuando se produce la reunificación con Comunión, que lideraban los autonomistas Ramón de la Sota y Engrazio Aranzadi, Kizkitza, en el PNV, y la constitución de ANV. Después de la asamblea de reunificación de Bergara, del 16 de noviembre de 1930, el político jelkide confesó que no estaba satisfecho, aunque mantuvo el liderazgo unos pocos años más, como en el primer Aberri Eguna de la historia, celebrado el 27 de marzo de 1932 en las calles de Bilbo y demostración del papel que jugaba ya el partido que ayudó a crear. Más tarde llegaría su posicionamiento contrario a que los vascos participaran en la guerra del 36, que tachó de «española», a través del Ejecutivo de José Antonio Agirre.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo