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Fede de los Ríos

El reino de la impostura y el absurdo

Anteayer los sindicatos defendiendo a la Guardia Civil, ayer obispos apoyando la huelga del 29, hoy la monarquía codo a codo con los mineros. ¿Qué nuevo oxímoron nos deparará el mañana?

La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa? Y no me refiero a la Esteban, la que ahora llaman «princesa del pueblo», afirmación, ciertamente extraña, de la que pareciera deducirse que se puede ser princesa sin pueblo del que extraer diezmos o impuestos que permiten vivir, a la manera parasitaria, mucho mejor que sus víctimas

A la que se veía triste es a Sofía Margarita Victoria Federica, princesa de Grecia y Dinamarca, Reina de España desde 1975 por matrimoniar con Juan Carlos I a quien El Caudillo designó para regir los destinos de la patria preferida por Dios. Aquél muchachote, nieto de Alfonso XIII, rey que huyó después de que las Cortes Constituyentes le declararan culpable de alta traición y que se declaró «falangista de primera hora».

¿Qué atenazaba el corazón de la reina? ¿Acaso era estado de salud de su consorte lo que parecía preocuparle impidiendo la conciliación de su sueño? ¿Quizás la crisis económica, que por hallarnos en una democracia, afecta a todos por igual? Al fin y al cabo, el recorte de salarios al funcionariado supone a los monarcas realizar cábalas y malabarismos para llegar a fin de mes con la mermada asignación mensual de 91.982 euros, a cargo de la cosa pública, por supuesto. De usted, querido lector. Los monarcas europeos lo están pasando muy mal. Isabel II de Inglaterra, sin ir más lejos, se ha visto obligada a pedir subvenciones para calefacción. Su hijo Carlos no puede con los sabañones de sus orejas.

Pues bien, no era su situación particular lo que inundaba de pesar la ortodoxa alma de Sofía Margarita Victoria Federica, sino la situación de los mineros del carbón y la de sus familias. Tanta generosidad abruma. Y haciendo gala de su campechanía, no olvidemos que, como reza el refrán, «todo se pega en la cama, menos la hermosura», y Juan Carlos I, al decir de los medios de comunicación, es el más campechano entre todos los campechanos que en el mundo han sido, es el individuo más lleno de oddgullo, satisfacción y campechanía del occidente cristiano... perdón por las digresiones, pero es que cuando me pongo a hablar de los Borbones me emociono; decía que la Sofía, haciendo gala de su campechanía, ha dirigido una carta a los mineros encerrados que exigen el pago de su salario no cobrado desde julio a pesar de que sus patrones han cobrado 367 millones de euros de dinero público. Las mujeres de los mineros habían pedido la intercesión real. Bueno, en realidad la carta la ha dirigido su jefe de Secretaría. La recepción del mensaje online (por lo de salvar los árboles, imagino) dicen que «ha desatado la alegría en el colectivo minero». Sofía afirma que espera una «pronta y favorable resolución del conflicto». El Comité de Empresa de Coto Minero Cantábrico afirma que el mensaje ocupará un «espacio destacado, sin desmerecer a ningún otro».

Anteayer los sindicatos defendiendo a la Guardia Civil, ayer obispos apoyando la huelga del 29, hoy la monarquía codo a codo con los mineros. ¿Qué nuevo oxímoron nos deparará el mañana? ¿Nos hemos vuelto definitivamente imbéciles o será algo pasajero?

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