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Una familia con su padre incapacitado denuncia «el acoso» del PNV de Lezama

El accidente que en 1996 llevó a Bernardo Bilbao a una silla de ruedas fue sólo el principio del calvario de una familia de Lezama, enfrentada desde entonces al Ayuntamiento por causa de esa incapacidad.
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Joseba VIVANCO | BILBO

«A mi padre hay muchas cosas que no le comentamos y lo que le decimos lo hacemos quitándole importancia; el problema es ama, que ella sí que es consciente de todo». Quien así habla es Javier Bilbao Undabarrena. Su progenitor, Bernardo, de 79 años, lleva 14 con una minusvalía de hasta el 94% tras un accidente que le dejó en silla de ruedas. Desde entonces, el calvario para él y su familia ha sido doble: a esa dependencia total del aita se le une, ligada a ella, la «vendetta total» que denuncian por parte del Ayuntamiento de Lezama y que dura ya casi el mismo tiempo que la incapacidad de Bernardo.

Al año de aquel accidente, la familia solicitó al Consistorio un piso de protección oficial adaptado. «Después de cinco años de espera y de darnos largas, entendimos que no se construirían pisos de protección oficial», recuerda su hijo Javier, que se ha propuesto sacar los colores al Ayuntamiento que gobierna el PNV. «Y en esos años la situación de mi padre se agudizó, al no poder mi madre sola con él», añade.

La solución propuesta por la familia Bilbao fue construir una casa en un terreno de su propiedad, a menos de un kilómetro del núcleo del pueblo. Tras nuevas largas, al final el Consistorio conmina a llevar al padre a una residencia o alquilar un bajo en el mismo municipio. Al final, se les concede la licencia «por las presiones recibidas», pero se ponen nuevas trabas.

El enconamiento se agrava con un relleno «ilegal» del Ayuntamiento en un río que linda con la propiedad de los Bilbao y que termina en una inundación. «Nos nos perdonan ni la denuncia del relleno ni haber mandado burofaxes contando el callejón sin salida en el que el Ayuntamiento nos había dejado por su mala fe; burofaxes que mandamos al lehendakari Ibarretxe, Diputación o Sabin Etxea», comenta Javier. «La alcaldesa nos acusó de haber puesto la imagen de Lezama por los suelos», prosigue.

Hoy, la familia Bilbao está en plena «guerra» con los responsables del Consistorio. «Mientras hemos tenido posibilidad de construir, hemos aguantado los actos de venganza en silencio, pero cuando vimos que no podía ser, hemos acudido a todo el mundo», insiste.

«Son manzanas podridas»

La «brecha» abierta tuvo su último capítulo en la colocación de bandas de goma y badenes de asfalto en la calle en la que residen, «aumentando la dependencia de mi padre y reduciendo su movilidad»,ya que su silla corre el riesgo de volcar. Otro problema más que ha terminado ante el Ararteko.

Una historia que parece no tener fin. «El problema con mi padre es que tuvieron una total falta de sensibilidad, pero cuando les denunciamos por lo que hicieron en el río y les abrieron expediente, entonces ya han ido a hacer el mayor daño posible», resume Javier.

Las quejas de esta familia de Lezama las respaldan los grupos municipales de PSE, PP, EA y Aralar, así como la plataforma vecinal Lezama Bizirik. De los ediles del PNV dice que son «manzanas podridas» que «están ahí por codicia y avaricia». Y promete seguir dando guerra.

barreras

La colocación de bandas de goma y pasos de cebra elevados que impiden al padre salir solo de casa en su silla de ruedas ha sido el último enfrentamiento entre la familia y el Ayuntamiento.

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