«Elisa K» y «Aita», dos producciones «queridamente pequeñas» que se abren hueco entre los grandes proyectos
O. LARRETXEA - M. IANTZI | DONOSTIA
Las producciones pequeñas ocuparon un lugar importante en el palmarés del último Zinemaldia, extremo que corroboró la codirectora de «Elisa K», Judith Colell, tras recibir el premio especial del jurado. Según reconoció la catalana, tanto su película como la vasca «Aita», galardonada con la Mejor Fotografía, «son queridamente pequeñas producciones», hechas a medida, «donde uno logra sentirse muy cómodo y muy libre»; proyectos con los que, además, «no se siente la presión de la taquilla». Para Colell una cinematografía rica, es una cinematografía variada, donde se mezclan grandes trabajos, con otros pequeños, «más incluso que la nuestra». El reconocimiento, según el codirector, Jordi Cadena, no les presiona, sino «todo lo contrario». «¡Pero ojo! -advirtió Colell- Eso no quiere decir que no queramos que el público vea nuestra película, ¡ójala la vea mucha gente!».
La «mala costumbre», según opinó la directora, de consumir cine americano, con códigos y lenguaje, ha provocado que trabajos determinados que hace años se veían, «hoy en día ni siquiera se estrenen».
En cuanto a la película vasca. «Aita», el director de fotografía Jimmy Gimferrer destacó que es un «vértigo tanto reconocimiento en tan poco tiempo», ya que es la segunda vez que ocupa ese cargo y la primera que rueda en interiores. Describió la casa donde rodaron la película como «fantástica, con unas características románticas evidentes». Recuperando esa impresión personal, ese sentimiento, el naturalismo que percibía, pudo llevar a cabo la «arriesgada» labor planteada por el director José María de Orbe.
Reconoció ser «un poco pirata» por no ir a la escuela y, con el premio en la mano, se acordó de todos sus sueños, ganas e ilusiones puestas en este oficio que le apasiona.