Es sorprendente. El proyecto bolivariano personificado por Hugo Chávez «pierde» elección tras elección y sigue en el Gobierno. Va a cumplir doce años en el poder y ha ganado en buena lid once de las doce citas a las que se ha presentado -la excepción fue el referéndum constitucional de 2007-. Pero siempre es el perdedor.

Es el sino de la revolución bolivariana personificada -coincido en que excesivamente- por Chávez. En unos comicios como los del domingo, que precisamente por ese personalismo no eran los más apropiados para la Venezuela chavista, hete ahí que el Partido Socialista Unido de Venezuela saca el 48% de los votos y se ratifica como primera fuerza política.

«Victoria pírrica», derrota «disfrazada» por el reparto de escaños por circunscripciones, critican los voceros de la oposición derechista, en Caracas y en Madrid.

Como si el PP, cuando logró mayoría absoluta en el año 2000, hubiera logrado más del 40% de los votos. Ya se sabe. Chávez siempre pierde. Qué envidia poder «perder» así elección tras elección.