La revolución tiene el voto de su pueblo
Los resultados de las elecciones legislativas celebradas este domingo en Venezuela arrojan datos para una lectura positiva sobre la sólida base popular que tiene el propósito bolivariano para un socialismo democrático. Si bien el PSUV de Chávez no consigue los dos tercios necesarios para promulgar decretos ley y reformas estructurales, fruto de una reforma legislativa promovida por ese mismo partido, y la MUD que reagrupa a una oposición realmente heteróclita tendrá capacidad de bloqueo, lo cierto es que la revolución cívica bolivariana tiene un respaldo amplio, mayoritario, con apenas desgaste tras más de una década de poder, y que sitúa a su líder en el trampolín de las presidenciales del año que viene en una posición muy favorable. A pesar de la paranoia de medios influyentes y la diabolización de su Presidente, Venezuela es hoy una sociedad democrática de ciudadanos organizados que presiona por el cambio y las reformas sociales, y materializa dichos objetivos mediante elecciones libres y transparentes.
Venezuela demuestra que a pesar, o en contra, de las élites políticas dominantes durante años, la actitud abiertamente hostil de las grandes corporaciones de comunicación y las oligarquías tradicionales, una nueva vía se abre paso por el continente latinoamericano. El ideal bolivariano es ya una realidad que ha hecho que la dependencia que EEUU imponía, con el pretexto de ser «patio trasero» y al precio de mantener los privilegios de las élites con el empobrecimiento sistémico de la gente, no sea un fatalismo sin alternativa ni, de hecho, una opción.
Los logros bolivarianos son indiscutibles, así como reconocer que queda mucho por hacer y con no pocas dificultades, también en la vida cotidiana. Jugar con el indiscutible gancho del líder no será una carta ganadora para siempre. Los avances en educación, vivienda o salud han contribuido a reducir espectacularmente la exclusión social, pero la excesiva dependencia de la cultura rentista del petróleo que ha financiado esos logros pesa en exceso sobre la falta de desarrollo industrial alternativo. El ideal bolivariano ya ha demostrado ser capaz de construir respuestas innovadoras. Y, a la vista de los resultados, tiene el voto de su pueblo.