En su primer discurso programático ante el congreso laborista de Manchester, su nuevo líder, Ed Miliband, marcó distancias con los ex primeros ministros Gordon Brown y Tony Blair al anunciar la llegada a la cúspide del partido de «una nueva generación». Un recurso para evitar cuestiones más espinosas. Y es que Miliband reivindicó a la vez el centrismo, advirtiendo a los sindicatos contra la «irresponsabilidad» del rechazo a la reducción del déficit público, e hizo un guiño a la izquierda al proponer un salario de subsistencia superior al salario mínimo interprofesional.