Llega viento del norte al Pirineo y se oye hablar de Nortadas, Viento del Puerto, Efecto Foehn, Fogony, Cierzo, Tramontana... Un viento al que se conoce de antiguo como «Bóreas» y, por su dirección, también como Septentrión. Un dios con fama de violento y de mal genio que con otra variante de su nombre, Borras, da origen a la palabra con la que designamos hoy a las situaciones de mal tiempo, las borrascas. En la Torre de los Vientos de Atenas aparece como un viejo alado y con barba que desde una caracola sopla el aire frío que le da la fama.

«Bóreas» puede elegir acercarse con fuerza a los Pirineos, para lo que prefiere los inicios de la primavera, el final del otoño y, sobre todo, el invierno. Es en estos casos cuando, además de afectar a la vertiente norte, sobrepasa sus cordales y circula por la ladera sur. Y lo consigue cuando viene acompañado de un frente frío o de aire también frío y húmedo en las capas altas de la atmósfera.

Pero también puede llegar con su cara más suave. Para estas ocasiones le viene bien cualquier época del año. Es entonces cuando se limita a soplar en el lado francés, aunque tiene la osadía de presentarse en la vertiente sur allí donde los cordales fronterizos, por su escasa altitud, no ofrecen la suficiente protección e incluso allí donde los collados tienen se permiten el lujo de mirar al norte.

Aunque depende de la estación del año y de la latitud de la que lleguen, las Nortadas hacen descender las temperaturas y la cota de nieve. Y acostumbran a dejar nubes de retención y cascadas algodonosas atravesando los relieves que son conocidas por nombres tan curiosos como Muros de Foehn, Racas o, por su procedencia, La Gavatxa.