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Sabino Cuadra Lasarte Abogado

Vuelven a las andadas

En Euskal Herria, más aún en Nafarroa, existen hoy dos vías sindicales, dos estrategias diferentes. La una es la de la concertación y el maridaje con la patronal y los gobiernos del PSN y UPN. De ahí, unos sacan poder, subvenciones, tratamiento mediático y político y prebendas de todo tipo. La otra es la de la resistencia y la confrontación

La fotografía no tiene desperdicio. La fecha tampoco. Tan solo habían pasado dos días desde la huelga convocada por CCOO y UGT y sus máximos líderes acuden al Parlamento Foral. En él les recibe J. A. Sarría, presidente de la patronal navarra (CEN), quien pasa con familiaridad su mano por el hombro de Molinero, secretario general de CCOO, mientras Miguel Sanz le hace chalitos en la cara. Junto a ellos, también Juan Goyen y Roberto Jiménez (secretarios respectivos de UGT y PSN), los rectores de la Universidad Pública de Navarra y de la del Opus y nuestro nobel foral en ochenas y perragordas, Alvaro Miranda, también llamado consejero de Economía y Hacienda. El Gobierno, su leal oposición y los diversos chambelanes del Reino acuden a un importante fasto foral.

La razón de esta nueva foto familiar es la aprobación en el Parlamento del Plan Moderna que, según el Gobierno, hará que dentro de 20 años Navarra sea la envidia del mundo: 77.000 nuevos puestos de trabajo; la productividad crecerá un 40%; un 90% de la juventud dominará el inglés; estaremos entre las 20 mejores regiones europeas en renta y sostenibilidad ambiental... Los perros serán atados, no con longanizas, sino con jabuguitos y todo el mundo será feliz y comerá perdiz.

Poco antes de la huelga del 29-S, el presidente Sanz anunció recortes importantes en los presupuestos de 2011. El 1 de octubre, el consejero Alvaro Miranda confirmó esas fuertes restricciones. Las partidas de Educación, Sanidad y Bienestar Social tiemblan. Y para rematar lo anterior, el día 4 se publicó que el paro subió en septiembre en Nafarroa en 508 personas, con lo que ya son 41.374 parados y paradas. ¡Toma progreso, jabuguitos y Navarras felices!

El Plan Moderna ahora aprobado comenzó su andadura hace casi tres años. Su diagnóstico sobre la situación de Nafarroa se asentó en tres pilares: pleno empleo, un crecimiento económico sostenido y un elevado nivel de renta. CCOO y UGT suscribieron entonces, junto a la CEN y el Gobierno, un «Acuerdo Social de Desarrollo Sostenible», que hablaba de crear empleo de calidad, estable y seguro, del desarrollo de la ley de servicios sociales y atención a la dependencia, de la incorporación social y laboral de los inmigrantes, etc... Desde entonces, los tres pilares que sustentaban el diagnóstico (crecimiento, empleo, salarios) han saltado por los aires, pero a ellos no les ha importado mucho y han seguido adelante con su Plan. Hablar de un futuro de rosas les sirve para ocultar un presente de miserias.

Desde que, en 1995, la patronal (CEN) y CCOO-UGT firmaron el «Acuerdo Intersectorial sobre relaciones laborales», comenzó una política de concertación social a tres bandas entre Gobierno, CEN y CCOO-UGT. Paralelo a ello, llevaron a cabo un ataque continuado contra todo atisbo de sindicalismo de izquierda. Ello ha permitido que, entre otras cosas, Nafarroa sea la comunidad del Estado en la que menos han crecido los salarios en los últimos ocho años (lo ha dicho el Instituto Nacional de Estadística), mientras se multiplicaba la tasa de precariedad. Mientras tanto, estos sindicatos han visto crecer las subvenciones públicas a ellos entregadas por el Gobierno de UPN, hasta alcanzar a día de hoy los seis millones de euros (mil millones de pesetas). Premio a esta abnegada labor recibieron también, en 2008, junto a la CEN, la medalla de oro del Gobierno, en reconocimiento de «capacidad de diálogo, de llegar a acuerdos y de dotar a Navarra de notable estabilidad».

CCOO. y UGT han convocado hace unos días una huelga general. Ya no había siquiera migajas que repartir, sino que, por el contrario, todo era un trágala. La política económica de Zapatero, sometida a los dictámenes de la UE y las finanzas internacionales, no da ya margen para repartir nada que no sean ostias. Para ellos, la crisis sólo puede saldarse aumentando la tasa de explotación y recortando los presupuestos públicos a fin de transferir todo ese excedente a la banca y el capital. Y estos sindicatos, que al inicio de la crisis aplaudieron junto a la CEOE la concesión de cientos de miles de millones en créditos a la Banca y la patronal, se quejan ahora de que los intereses que hay que pagar por todo aquello sean con cargo a recortes brutales en los presupuestos públicos. ¿Qué era pues lo que esperaban?

Cuando en mayo de 2009 la mayoría sindical de Euskal Herria convocó su primera huelga general contra la crisis y la política gubernamental, CCOO y UGT la combatieron ferozmente tachándola de «política», de «ir contra el gobierno de Patxi López» y de «ser contraria a los intereses de los trabajadores». Afirmaron entonces, en positivo, que la vía a seguir continuaba siendo la de la concertación por ellos practicada. Y este año, cuando esta última estalló en mil pedazos y fue convocada el pasado junio la segunda huelga general por la mayoría sindical vasca, añadieron a lo anterior aquello tan ocurrente de que era una «huelga aldeana».

No paré el pasado 29 de septiembre y sí lo hice las dos veces anteriores. Desde un punto de vista sindical, la huelga de CCOO y UGT me pareció una huelga hueca. Su «¡así no!» estaba afirmando que «de la otra manera, sí»; es decir, que si se recuperaba la práctica de estos veinte años de concertación, estaban dispuestos a firmar lo que fuera y a desactivar lo que hiciera falta. La foto a la que me refiero al comienzo de este artículo es prueba de lo que digo. Ellos quieren eso: palmadas en el hombro, chalitos en la cara, titulares de prensa, mesas de trabajo para colocar a sus burócratas, subvenciones abundantes, promociones de viviendas que gestionar... A cambio siguen dispuestos a dejar que el Estado español continúe siendo (ayer también lo era) líder europeo en tasas de paro, precariedad, fraude fiscal, viviendas vacías... y, a la par, en ganancias bancarias y kilómetros de autovías y TAV por habitante, a mayor gloria del progreso y las patronales cementeras.

En Euskal Herria, más aún en Nafarroa, existen hoy dos vías sindicales, dos estrategias diferentes. La una es la de la concertación y el maridaje con la patronal y los gobiernos del PSN y UPN. De ahí, unos sacan poder, subvenciones, tratamiento mediático y político y prebendas de todo tipo. La otra es la de la resistencia y la confrontación y de ahí sólo sale marginación política, acoso y persecución patronal, criminalización mediática... Ya sé, por supuesto, que existen excepciones a lo que estoy diciendo y que hay casos y casos, pero esas son las dos vías y los puentes entre ellas son inexistentes, están rotos. Recomponerlos en el futuro sólo es posible sobre la base de encontrarse en la pelea y no a las puertas de los parlamentos aplaudiendo los Planes Moderna con los que encubren sus próximos ataques.

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