Los siete rehenes -cinco franceses, un togolés y un malgache- secuestrados en la noche del 15 al 16 de setiembre por la rama magrebí de Al-Qaeda han cumplido ya un mes en manos de sus captores en Sahel y nada hace prever una rápida solución de la crisis.

Según fuentes malíes y francesas, los rehenes, entre ellos una francesa que recientemente ha sido sometida a quimioterapia por un cáncer, fueron capturados por miembros de Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) en el macizo de Timetrin, una zona remota del noreste de Mali.

Aunque el rapto fue reivindicado el 21 de setiembre por Abdelhamid Abu Zeid, uno de los líderes más radicales de AQMI, que apareció a cara descubierta junto a los rehenes en una foto difundido por la cadena de televisión Al-Jazeera, los exigencias de los captores se hacen esperar.

«Es cierto que la comunicación de la lista de reivindicaciones tarda más que lo habitual», considera el investigador francés Jean-Pierre Filiu, profesor del Instituto de Estudios Políticos (Sciences-Po) y autor de «Las nueve vidas de Al-Qaeda», que atribuyó esta circunstancia a «problemas de comunicación interna en el seno de AQMI».