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Rodolfo Cuesta Trula «Astolfo» Torturado

Tortura

«Enloquecer la mente, vidriar la mirada, taladrar la memoria, estrangular el sentir en una caída sin fin...», párrafo de Manuel Castells que describe perfectamente la tortura Sólo veo una forma de acabar con la tortura, y es por medio de una presión social que achique todos los espacios de impunidad existentes

Torturar. Desgarrar cuerpos, quebrar huesos, seccionar venas, enloquecer la mente, vidriar la mirada, taladrar la memoria, estrangular el sentir en una caída sin fin en la negrura del no ser, en ese in-mundo donde se diluyen las referencias de tiempo y espacio. Y, sobre todo, destruir la voluntad, reducir a guiñapos los fantasmas que fueron personas en otra vida. La tortura es la negación de su humanidad por los humanos.(...) Es la expresión condensada del poder. Del poder como tal, no para conseguir algo, sino para ejercerlo en toda su violencia. Es la capacidad de estrujar al otro sin límites, en ese espacio cerrado adonde no llega el ruido de la vida y de donde no borbotean los gemidos».

Andaba yo buscando definiciones de tortura que me valiesen para este escrito y, mira tú por dónde, he encontrado una página de Internet donde había un montón de escritos de periódicos españoles que trataban sobre ella. ¿Cómo?, me he preguntado. ¿Tanto tiempo pensando que la tortura no existía para esos mismos medios y ahora resulta que estoy equivocado?

Pensaba llamar a un par de amigos para compartir mi alegría, quedar con ellos y tomar unos tragos mientras nos reíamos de nosotros mismos por lo burros que habíamos sido durante tanto tiempo. ¿Cómo se nos podía haber pasado por la cabeza que en la mayoría de los medios de comunicación se ocultasen tanto las denuncias de las torturas como sus testimonios? Era imposible que alguien con un poquito de ética hiciese tal cosa, ¿verdad?

En ese momento, con el teléfono en una mano y el ratón en la otra, se me ocurrió «clicar» en esos artículos y... volví a dejar el teléfono sobre la mesa mientras, una vez más, la rabia me quemaba por dentro. Para estos «señores» la tortura sólo existe en Guantánamo, en las cárceles de Irak, en Palestina, casos y situaciones que hay que denunciar también con gran fuerza, hay que desterrar la tortura allí donde exista, pero... ¿por qué, entonces, ocultar las denuncias existentes aquí? ¿A qué viene ese afán por negar lo innegable? ¿A qué viene reconocer que la tortura es una lacra que hay que erradicar fuera de sus fronteras y no ver lo que sucede en su casa?

Lo más grave de este tema no es que estos señores tan sólo se dediquen a ocultar todo este sufrimiento, sino que además estos medios de ¿información? no se cortan un ápice en publicar las «filtraciones» que les llegan de «fuentes policiales», no les preocupa que todas esas declaraciones que dicen partir de los detenidos y que son conseguidas en interrogatorios policiales ya son ilegales de por sí; que, según su ley, ésa que algunos dicen defender, no se pueden realizar más interrogatorios en dependencias policiales que aquéllos en los cuales esté presente un abogado, y que, como ellos reconocen, el abogado, de oficio, cómo no, sólo hace acto de presencia en la última toma de declaración antes de comparecer ante el juez. Si eso no les es suficiente, ¿cómo pueden justificar que unas personas se autoinculpen e inculpen también en algunos casos a otras personas de delitos que les pueden llevar a la cárcel de por vida? Y si es, como han llegado a escribir en algunos medios, porque estas personas se derrumban en cuanto son detenidas, ¿a qué viene mantenerlas cinco días en comisaría en régimen de incomunicación? ¿Por qué no se les lleva directamente al juez? ¿Por qué un día se autoinculpan de un delito, al siguiente dan a conocer un zulo, al siguiente otro escondite, por qué no todo a la vez? ¿Y por qué luego ante el juez lo niegan todo? Si tan derrumbados están, lo seguirían estando frente al juez, ¿no? Y que no nos hablen de ese famoso manual que tan sólo ellos han visto, ése que se empeñan en vendernos pero que nunca nos enseñan, ni nos indican en qué registro ha aparecido, ni a qué o a cuántos detenidos ha sido encontrado, pues en muchos casos detenidos que salen en libertad sin cargos después de comparecer ante el juez lo hacen tras denunciar torturas. Por su regla de tres, ¿estos señores siguen también directrices de ETA?

En uno de esos artículos he encontrado el párrafo que encabeza este escrito. Es de Manuel Castells y fue editado el 8 de mayo de 2004 en «La Vanguardia». Párrafo que, yo creo, describe perfectamente la tortura, con gran sentimiento, y demostrando claramente un odio hacia esta lacra.

Pero, además, para mayor descaro, también hay artículos de otras personas que hablan de la importancia de no dejar un espacio de impunidad a la tortura denunciándola ante la opinión pública. ¿A qué estamos jugando?, ¿A qué viene ese contrasentido?

Yo, desde mi humilde opinión, sólo veo una forma de acabar con la tortura, y es por medio de una presión social que achique todos los espacios de impunidad existentes, eliminando, por ejemplo y para empezar, la incomunicación, posibilitando, en todos los casos, la asistencia al detenido de un abogado de su confianza y la posibilidad de que periódicamente, sin previo aviso, un médico también de confianza pueda visitarle en comisaría. Pero para conseguir todo esto no podemos esperar que otros lo lleven a cabo, que organizaciones como el TAT sigan luchando casi en solitario, con una entrega encomiable y ejemplarizante (me quitaría la txapela ante vosotros si la llevase), pero que sin nuestro apoyo posiblemente no llegará nunca a buen término, y sabiendo que no podemos contar con la mayoría de los medios de ¿información?

Ahora, dentro de pocos días, el 30 de octubre, tenemos una oportunidad de acompañarles codo con codo, de denunciar la continuidad de esta lacra que es la tortura y de darles nuestro apoyo a esos organismos que se dejan la piel en la lucha contra ella, sin pedir nada a cambio; recibiendo, por el contrario, en algunos casos, denuncias judiciales.

Entre todos podemos: Aski da! Torturarik ez! El día 30, a las 17.30, yo estaré en el Antiguo. ¿Nos vemos?

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