El PC chino sujeta firme el timón y prepara la sucesión de Hu Jintao
En la clausura de su reunión plenaria anual, el comité central del Partido Comunista Chino reafirmó su papel dirigente para garantizar el desarrollo económico y social del gigante asiático y dio un paso más en el anunciado relevo de la actual Cuarta Generación. Así, nombró vicepresidente de la Comisión Militar Central a Xi Jinping, quien se perfila desde hace años como el sucesor del actual presidente chino, Hu Jintao.
GARA
El Partido Comunista chino (PCCH) reafirmó ayer su papel dirigente para seguir liderando el país y dio un nuevo paso en la sucesión en 2013 del actual presidente, Hu Jintao, por Xi Jinping.
El relevo político y la irrupción de la llamada Quinta Generación -tras Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao- ha figurado en primer plano en los cuatro días que ha durado el plenario del PCCH, que culminó ayer con el nombramiento de Xi Jinping como vicepresidente de la Comisión Militar Central (CMC).
Este nombramiento apunta directamente a que Xi, actual vicepresidente de China, sustituirá a Hu dentro de tres año s.
«Ahora que Xi Jinping es vicepresidente de la CMC, su futuro político está asegurado e implica que se convertirá sin ninguna duda en secretario general del PCCH en 2012 y en presidente de China en marzo de 2013», anuncia Willy Lam, analista de la Universidad China de Hong Kong.
Xi, de 57 años de edad, es desde 2007 miembro del Comité Central permanente del Buró político del PCCH, al que pertenecen los nueve máximos dirigentes del país.
Se despeja la incógnita
El hecho de que no fuera aupado a la Comisión Militar Central en el plenario de 2009 intrigó a los expertos sinólogos, que se preguntaron sobre la validez de sus predicciones, que daban por hecha la sucesión de Hu por Xi.
Desde entonces, Xi, que cuenta con un pedigrí impecable -es hijo de Xi Zhongxun, un histórico dirigente revolucionario y compañero de Mao- se ha beneficiado de una importante exposición mediática. Xi forma parte de lo que en China se ha venido a denominar como la clase de «los hijos de los príncipes», en referencia a su origen.
Su padre fue víctima de una purga política en los prolegómenos de la Revolución Cultural y no fue rehabilitado hasta el retorno al poder de Deng Xiaoping en los ochenta.
Tras ser destinado, junto a millones de estudiantes, al campo durante aquella época, Xi cursó luego estudios en la prestigiosa Universidad de Tsinghua, de Beijing, semillero de la nueva clase dirigente china.
Su carrera política en las provincias de Shaanxi, Hebei, Fujian y Zhejiang está marcada por la ausencia de escándalos de corrupción, lo que le ha granjeado popularidad. Considerado cercano al entorno del dirigente de la Tercera Generación, Jiang Zemin, Xi vio cómo las cabezas de muchos de sus compañeros políticos rodaron en 2007 tras los escándalos de corrupción en torno al «clan de Shanghai».
Papel dirigente
Los 370 miembros del Comité Central, reunidos en un hotel de Beijing, ratificaron el papel dirigente del PCCH como la «garantía fundamental para China de poder cumplir sus objetivos de desarrollo económico y social en los próximos cinco años».
El plenario, que tenía como objetivo aprobar el Plan Quinquenal, remarcó la necesidad de «mejorar la capacidad y la competencia del partido» y anunció un crecimiento «estable y relativamente rápido» de su economía, que creció el año pasado a un ritmo del 9,1%.
Instó, eso sí, a la reforma y mejora de los sistemas de seguridad social y de sanidad, verdaderos retos del gigante asiático.
El Gobierno japonés denunció las manifestaciones celebradas estos días en China con motivo de la disputa territorial en torno a varias islas del mar de China y calificó de «histérica» la reacción de Beijing.
El primer ministro nipón, Naoto Kan, señaló ante el Parlamento que exigirá que las empresas japonesas en China sean protegidas. Su ministro de Exteriores, Seiji Maehara, criticó la «histeria de China» a propósito de unas islas que «forman parte de la integridad territorial de Japón».
Miles de chinos, en su mayoría jóvenes, se manifestaron el pasado fin de semana en distintas ciudades contra la pretensión de soberanía japonesa sobre esas islas, conocidas como Sekoku en japonés y Daioyu en chino.
Al grito de «Protejamos las Diaoyu» y «Boicot a los productos japoneses», grupos de manifestantes destrozaron escaparates de tiendas japonesas y destrozaron coches nipones en las ciudades de Zhengzhou, Xian y Mianyang. Se trata de las manifestaciones contra Japón más nutridas desde 2005.
Un portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Ma Zhaoxu, justificó esa indignación como «comprensible ante las palabras y actos de la parte japonesa».
El jefe de la diplomacia nipona denunció que China no aireó sus pretensiones territoriales hasta que en 1971 descubrió posibles yacimientos de gas y de petróleo bajo esas islas y denunció las medidas de presión del gigante asiático, entre ellas la congelación de las exportaciones de metales raros, indispensables para los sectores automovilístico y electrónico, claves en la industria japonesa.
Pese a estas denuncias, un millar de personas se manifestó ayer en la ciudad de Wuhan (centro de China) y coreó consignas contra el imperialismo japonés. GARA
Disidentes chinos han denunciado una campaña de represión con la detención de varios de sus dirigentes y sabotajes contra sus sitios de Internet.
Entre los dirigentes desaparecidos y de los que se sospecha su detención estarían Ding Zilin, la responsable de la asociación Madres de Tiannanmen, y su esposo, Jiang Peikun.
Zhang Xianking, una de las portavoces de este grupo, incluyó entre los desaparecidos a Jiang Qisheng, un escritor amigo de Liu Xiaobo, galardonado con el premio Nobel de la Paz. Asimismo, han denunciado los ataques informáticos a webs de la oposición, entre ellas el centro Pen China, que presidió en su día Liu antes de ser encarcelado. GARA