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Teherán fuerza a Al-Sadr a apoyar a Al-Maliki, según el diario «The Guardian»

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El Gobierno de Mahmud Ahmadineyad ha desempeñado una labor clave en la negociación de una alianza entre Nuri al-Maliki, que aspira reeditar su mandato al frente del Ejecutivo iraquí, y el religioso chií Moqtada al-Sadr, según informaciones publicadas ayer por el diario británico «The Guardian» y recogidas por Efe.

El pacto, en el que también participaron Siria, la organización libanesa Hizbulah y las más altas autoridades chiíes, sitúa como favorito al mandatario saliente, Al-Maliki, después de varios meses de impasse político y supone un duro revés para los intereses estadounidenses en la región, afirma el rotativo.

Fuentes del Ejecutivo de Bagdad facilitaron a «The Guardian» detalles sobre esas negociaciones, que comenzaron en serio los primeros días de setiembre tras la retirada de las unidades de combate de EEUU y el vacío de poder creado por el empate técnico en los comicios de marzo entre Al-Maliki y el candidato laico Iyad Allawi, cuyo bloque Al-Iraqiya logró más votos que el primero.

Pocos días después de la salida salida de las tropas de combate de EEUU, los iraníes dijeron al clérigo Al-Sadr -actualmente refugiado en la ciudad iraní de Qom- que reconsiderase su posición, manifiestamente contraria a Al-Maliki.

La formación encabezada por este religioso obtuvo en las urnas el 10% de los 325 escaños en liza, por lo que juega un papel de árbitro en la situación.

El primero en tratar de convencerle fue Kazem al-Haeri, considerado jefe espiritual del movimiento y una suerte de padrino de Al-Sadr a quien éste no podría decir que no. En setiembre, Al-Maliki envió a Qom a su jefe de gabinete y a Abdul Halim al-Zuhari, uno de los dirigentes de su partido Dawa.

A ellos se unieron un dirigente de la oficina política de Hizbulah, Mohammed Hawtharani, así como el general Wassem Suleimani, alto cargo de los Guardianes de la Revolución iraní, considerado como archienemigo de Estados Unidos.

Posteriormente, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, mantuvo varios encuentros con su homólogo sirio, Bashar al-Assad, para instarle a modificar su opinión sobre Al-Maliki, quien le había acusado de dar cobijo a quienes destruyeron cuatro ministerios en Bagdad.

Apoyo sadrista

En este contexto se dio la visita a Teherán de Al-Assad, un día después de que se anunciase el apoyo de los sadristas al primer ministro de Irak, del que también se cree que participan otros dos líderes chiíes: el ayatollah Ali Jamenei y el líder de Hizbulah, Sayyed Hassan Nasrallah.

Según el diario, Al-Maliki habría asegurado que no renovaría las bases militares de EEUU y no daría facilidades a estadounidenses y británicos.

Estas revelaciones se dan en medio de críticas a la Casa Blanca por su gestión de la crisis tras los comicios en Irak: primero apostaron por Al-Maliki, pero luego abogaron por un acuerdo entre éste y Allawi.

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