Cuando el mayo pasado, en el pabellón Omnisports de París Bercy, el reloj quedaba a cero y el marcador registraba un contundente 86-68, nadie, sobre todo los subcampeones del Olympiacos, pudo dudar de la solvencia del Barcelona como nuevo campeón de Europa, un nuevo rey del viejo continente que ocupaba el lugar del Panathinaikos.

En una Europa donde, en lo que al baloncesto respecta, parece que rige la gerontocracia -no hay más que ver la media de edad de la élite continental y cómo lo más florido de las nuevas estrellas europeas tratan de abrirse paso en la NBA-, la victoria del conjunto culé supuso un soplo de aire fresco.

Por un lado, una base de juego donde la magia de Ricky Rubio tiene en las piernas de Sada y la muñeca de Lakovic su complemento ideal. Navarro -MVP de la última Final Four- y Mickeal, con la intendencia de los Basile y Grimau, pueden desarrollar su talento en las alas, y en el interior, el tacto de Lorbek y Perovic tiene su contrapunto en unos portentos físicos como Morris, Ndong y Fran Vázquez. Todo, absolutamente todo, guiado por la cabeza pensante de un Xavi Pascual que en dos años y medio como primer entrenador lo ha ganado ya absolutamente todo.

Y, para postre, la Final Four de 2011, a disputarse entre el 6 y el 8 de mayo, se juega en el Palau Sant Jordi de Barcelona. ¿Hay alguien en Europa para ponerle el cascabel al vigente campeón?

El CSKA de siempre, como nunca

Bueno, tampoco es cuestión de ponerse a repartir ya los premios. La pasada final de la Liga ACB también iba a suponer un «3-0 con la gorra» para la escuadra blaugrana, pero hete acá que el Caja Laboral Baskonia salió más contestatario de lo que se presuponía y que, de la mano de Splitter y el famoso «dos más uno» de San Emeterio, se cumplió el 3-0... pero a la inversa. ¿Quién será el guapo que ejerza de «santo» cuando llegue la hora de la verdad?

Por lo pronto, quien más boletos parece tener para ser la alternativa es el CSKA de Moscú. Pese a las ausencias y las sonadas salidas -Lorbek y Messina-, la escuadra del Ejército Rojo se las hizo pasar moradas al Barcelona en París, dejando en la cuneta al Caja Laboral Baskonia. Este año Holden, Langdon, Siskauskas y Khryapa tendrán como nuevos acompañantes al gigante Marjanovic -222 centímetros de hombre, conocido por estos lares por jugar ante Bilbao Basket con el Hemofarm-, Jamont Gordon y el esloveno Smodis, al fin recuperado de las lesiones que tan mal se lo hicieron pasar el año pasado.

Pero el cambio principal llega en el banquillo. Aunque Evgeny Pashutin hizo un gran trabajo, el «milagro» conseguido por el veterano Dusko Vujosevic, logrando que un Partizan de Belgrado hecho con retales llegara a la Final Four y que se quedara a muy poco de pasar a la final no ha pasado por alto. De tal modo, el CSKA de Moscú se ha rascado la billetera para intentar que el título europeo regrese a las vitrinas moscovitas como dé lugar.

Griegos, Messina y los demás

Olympiacos sigue con su idea de gastar mucho a ver si cae la Euroliga. Y eso que este año se ahorra las fichas de Childress y Kleiza, de regreso en la NBA, y Schortsianitis, que jugará en el Maccabi. No obstante, los del Pireo han reclutado, entre otros, al «traidor» Spanoulis del Panathinaikos, Keselj del Partizan, Nielsen de Valencia y «Makris» Nesterovic de Toronto. Con esos mimbres, más los Papaloukas, Teodosic y Bourousis, siguen optando a todo.

Igual que su vecino. El PAO, aparte de Spanoulis, ha perdido al «abuelo» Jasikevicius, pero se ha hecho con el australiano Maric -otro del desguace del Partizan- y mantiene a Diamantidis, Batiste, Fotsis y Tsartsaris, y espera que Tepic y Calathes den el paso adelante que los de Obradovic precisan volver a dar.

Como el paso adelante que quiere dar el Real Madrid. Los de Ettore Messina ya pusieron en serios aprietos al Barcelona la pasada campaña, con la irrupción de Ante Tomic. Para este año, Messina se ha deshecho de Jaric y Bullock, y ha arriesgado con Sergio Rodriguez, D'or Fischer -ex del Maccabi- y Carlos Suárez. Por otro lado, habrá que ver si Velickovic ofrece el mismo nivel del Mundial y cuánto de magia les queda a Prigioni, Reyes y Garbajosa. Un nuevo año con millonarias inversiones y sin ningún premio se antojaría como un verdadero golpe de gracia para un Ettore Messina que parece que se dejó su brújula en Moscú.

Tras este elenco de derrochadores compulsivos, equipos como Efes Pilsen, el propio Maccabi o el mismísimo Caja Laboral Baskonia se presentan como perfectos outsiders. Sin la fanfarria de los citados gigantes, el Maccabi de Blatt ha conjuntado al hijo pródigo Eliyahu, Hendrix y Schortsianitis con Eidson. El Baskonia «post Splitter» buscará reinventarse por enésima vez con Teletovic y Huertas como jefes, mientras que por Turquía los Nachbar, Rakocevic, Tunçeri o Raduljica pelearán por que el Efes Pilsen de Perasovic dé al fin el paso adelante que le falta y el Fenerbahçe de Spahija tirará de los veteranos Turkçan, Greer y Darjus Lavrinovic y los jóvenes Preldzic, Vidmar, Tomas y Ukic para arrimar el basket otomano a la ciudad condal.

En su caso, cuestiones como empezar con buen pie la Euroliga, acoplar sus nuevas piezas y recuperar lesionados es lo primordial, ya que su posible éxito o fracaso estará seriamente mediatizado por lo bien o lo mal que se conjunten. Por lo pronto, hay tiempo hasta el 23 de diciembre para calentar motores y ver si al Barcelona se le puede meter mano.