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Pequeño gran negocio

«Paranormal Activity 2»

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M.I. | DONOSTIA

Oren Peli hizo el negocio de su vida con «Paranormal Activity», una película que se autoprodujo y que dió en taquilla cien veces más de dinero de lo que había costado. No descubrió nada nuevo, puesto que el invento de hacer una película barata de terror en vídeo bajo un aspecto realista ya había dado pingües beneficios con «El proyecto de la Bruja de Blair» y con «Open Water».

Lo que a él se le ocurrió, a diferencia de sus predecesores, fue instalar en su habitación una cámara a la altura de la cama, no para hacer un porno doméstico, sino para grabar lo que pretendía ser una versión casera de «Poltergeist», donde los sustos iban a resultar más reales y con una apariencia de toma directa sin trucos de montaje o efectos especiales.

La segunda entrega de «Paranormal Activity» ya no está dirigida por Oren Peli, que se ha reservado un puesto más cómodo en la producción, además de seguir disfrutando de los derechos que le corresponden como autor del guión original. Se lleva un buen porcentaje de la recaudación sin hacer ya gran cosa, prefiriendo concentrarse en su nueva película titulada «Area 51», y en la que aborda los contactos con extraterrestres.

La dirección de «Paranormal Activity 2» pasa a manos de Tod Williams, realizador de «Una mujer difícil», y más conocido por sus emparejamientos sentimentales con las actrices Famke Janssen y Gretchen Mol. Ha contado con un presupuesto muy superior al de la primera parte, siendo lo más importante el contrato de confidencialidad a cumplir, puesto que el mayor empeño de los productores ha sido evitar las filtraciones sobre el nuevo argumento, para así preservar el efecto sorpresa que va asociado al producto desde su origen.

Lo único seguro es que Katie Featherson repite como protagonista, enfrentándose en solitario a los peligros fenoménicos que rompen la tranquilidad de su hogar.

 

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