GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

El giro del paquidermo

Cuando «El País» publicó la entrevista a Otegi una imagen vino a mi mente: el paquidermo empezaba a girar. Si uno se para a pensar en la huelga simulada de CCOO y UGT, la remodelación del Gobierno español, el incremento del protagonismo de Pérez Rubalcaba, las interpretaciones en torno al pacto PSOE-PNV, la extraña respuesta del PP a todo esto y las palabras de Rodríguez Zapatero, esta impresión cobra peso, aunque la prudencia sea ahora mismo más necesaria que nunca.

Parece que nos encontramos ante los esfuerzos del PSOE para resituarse ante un nuevo escenario. Claro que por mucho que se nos venda como una genialidad desde la fortaleza, resituarse significa cambiar el paso y dejar de lado algunas posiciones anteriores y en esa medida supone la constatación del fracaso de las estrategias que buscaban otros escenarios.

Gracias a la colaboración del PNV y CCOO y UGT las reformas marcadas por la agenda neoliberal resultan viables en términos parlamentarios y relativamente baratas en el plano social. Mientras Sarkozy se enfrenta a una impresionante protesta social, las burocratizadas elites sindicales han escenificado una huelga de pacotilla y las mayores barbaridades en materia social desde la muerte de Franco han contado, salvo en el caso de Euskal Herria, con una respuesta patética.

Sin embargo, las reformas y la errática actitud del gobierno de Madrid ante la crisis han debilitado notablemente a Zapatero y han abierto para el PP unas expectativas que nada tienen que ver con la mediocridad de Rajoy ni con la estrategia de su partido.

Era necesario rehabilitar a Zapatero y al PSOE ante su propio electorado y frenar al PP. Tanto más en cuanto que las contradicciones internas en el PSOE estaban aflorando de un modo alarmante. La batalla de Madrid, ganada por Gómez anunciaba posibles motines internos en el partido si no se afrontaba un cambio de rumbo y se afirmaba la autoridad de la dirección.

En este contexto, tras la sentencia del Tribunal Constitucional y con las elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, no cabía contar con CiU ni con ERC para salvar los muebles. El PNV, pese a la entente PSOE-PP en Gasteiz, aparecía como el socio salvador. La operación iba a tener sus costes, pues Urkullu necesitaba ofrecer algo a su electorado y a sus críticos internos, sobre todo mientras López siguiera gobernando con el apoyo del PP. Pero eran costes asumibles, pese al desgaste del PSE.

Milagrosamente, numerosas transferencias bloqueadas durante decenios pasaban de Madrid a Gasteiz y el PNV se apuntaba un tanto que llegaba, en cualquier caso, demasiado tarde. En otro momento, este acuerdo habría sido para el PNV una baza de un enorme calado.

Como no he olvidado el acto de ELA en 1997 (¡hace 13 años!) en el que este sindicato, en su día entusiasta valedor del Estatuto, certificaba su defunción, creo que todo el mundo sabe que el pacto llega muy tarde. No dudo de que los jeltzales van a ser capaces de rentabilizar la operación, pero no se le hace la respiración artificial a un muerto, mucho menos cuando lleva años enterrado y eso lo saben muy bien en Sabin Etxea.

En última instancia, aunque la doctrina oficial lo niegue, los acontecimientos evidencian el fracaso de la estrategia represiva para neutralizar el independentismo y lograr convertir a la izquierda abertzale en una nueva ETApm-EE. La incapacidad para provocar una escisión que ofreciera la imagen de una victoria estratégica del estado ha obligado al PSOE de Zapatero y Rubalcaba a resituarse.

Hace muy poco, negaban valor al proceso de debate en la izquierda abertzale, lanzaban amenazas a EA, ridiculizaban la declaración de Bruselas, alardeaban de la prepotencia policial o pretendían hacernos creer que la decisión de ETA de cesar sus acciones armadas carecía de trascendencia.

Ahora, se enfrentan al reto doble de resituarse y construir un relato creíble que explique el viraje del paquidermo sin que se haga evidente el fracaso de la estrategia practicada hasta ahora.

Yquién mejor que Rubalcaba, un gran maestro del relato, para hacerlo? Se habla mucho de las supuestas facultades de Rubalcaba como hombre de estado. No seré yo quien dude de su conocimiento íntimo de sus cloacas y desagües. Pero sobre todo hay que reconocerle una notable capacidad para caer siempre de pie y su disposición a recurrir a los medios más rechazables para lograr sus objetivos. Un personaje así ha acreditado sobradamente su capacidad para tomar el timón y convertirse en el responsable de contar todo tipo de cuento sin pestañear.

Porque se trata, entre otras cosas, de contar un cuento. El cuento del «proceso terminal de ETA». De hecho, ya han acuñado el término, que sin duda vamos a escuchar hasta hartarnos. Según este relato, la estrategia policial ha dado y seguirá dando sus frutos y los nuevos escenarios que se están abriendo en Euskal Herria son consecuencia de la apuesta por la represión, la persecución de ideas y la intransigencia. Gracias a este relato, el estado podría afrontar algunos cambios en su estrategia y presentarlos como expresión de la grandeza del vencedor. No se trataría de un «precio político», sino de un gesto de magnanimidad que demostraría la superioridad en todos los terrenos de la «democracia española».

Y aquí es donde entran en juego la curiosa entrevista de «El País» a Otegi, publicada a escasos días de la remodelación del Gobierno de Zapatero y las palabras de éste último reconociendo aunque con matices la importancia del proceso afrontado por la izquierda abertzale.

Curiosa, digo, porque llama la atención que un periódico como «El País» publique al biógrafo de Nelson Mandela una entrevista a Otegi, encarcelado por voluntad del Gobierno español en el contexto de una estrategia que ese mismo periódico ha aplaudido, explicado y alentado una y otra vez.

¿Quién necesitaba esta entrevista? Ésta es, para mí, la pregunta clave. Y la respuesta la ha confirmado el propio Zapatero con sus últimas decisiones y declaraciones.

El PSOE necesitaba esta entrevista para resituarse. Y lo ha hecho de la mano de «El País», que durante los últimos meses ha contado una y otra vez a sus lectores que no se debía prestar atención a los discursos de la izquierda abertzale, porque no había en ello nada nuevo, el mismo medio de comunicación que ocultó la gigantesca manifestación de Bilbo limitándose a referirse a abucheos a los representantes del PNV. «El País» ha sido el encargado de escenificar ante la clientela del PSOE y ante otros sectores sociales los «cambios» en la izquierda abertzale.

Esto no quiere decir que haya que dar por finalizada la búsqueda de diferencias internas en el seno de la izquierda abertzale. Por más que hayan constatado su incapacidad para lograrlo, no van a dejar de intentarlo.

Creo que la represión va a seguir y ya veremos en qué términos, porque siguen necesitando aparentar firmeza y poder presentar los cambios como efecto de su presión policial.

No se trata de extraer de estos virajes conclusiones apresuradas, ni muchísimo menos, pero es conveniente ir más allá de los relatos que nos van a querer contar y asumir que estamos ante una constatación más de la corrección de la vía emprendida por la izquierda abertzale.

Los paquidermos no giran fácilmente. Necesitan su espacio y su tiempo. Además, el futuro no está cerrado, así que habrá que ver si el paquidermo se vuelve a quedar quieto, si termina el giro, si vuelve hacia atrás o si carga contra cuanto tiene alrededor. En cualquier caso, si se ha comenzado a mover, aunque sea tímidamente, es porque se ha sentido obligado a hacerlo.

Y ésa es la clave para lograr que siga moviéndose.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo