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Aitzol Piquer Militante de la izquierda abertzale

Rubalcaba, el gallina y la teoría de los juegos

La contundencia y credibilidad que cada contrincante demuestre en ese ejercicio pueril, al estilo de cualquier pelea de recreo, es la clave, al menos teórica, para vencer. Ahí entra en juego la importancia de la guerra psicológica y la batalla propagandística

Nuevos tiempos y viejas noticias. Viejas estrategias que pretenden parar las nuevas. Pero por ello, por viejas y caducas, ya devienen inútiles. No deja de ser doloroso, máxime conociendo los últimos testimonios de tortura, pero convencidos de que pronto haremos que sean cosa del pasado.

Más allá de ese dolor, hemos de convencernos de nuestra fortaleza estructural, de todo lo que hemos avanzado como pueblo, de la capacidad de iniciativa política. Nada cambia de la noche a la mañana pero hemos empezado a debilitar las estrategias de quienes pretenden que todo siga igual.

Estrategias del pasado frente a estrategias de futuro. Es evidente que el Estado español sigue, por ahora, en la misma estrategia. Conocida es también la afición del Ministro de Interior por la Teoría de los Juegos. Esta teoría fue creada en tiempos de la Guerra Fría por académicos norteamericanos que colaboraban con el Gobierno de EEUU y sus agencias. Una Teoría que tiene como objetivo trasladar situaciones reales de conflicto a cálculos matemáticos y que a su vez generan problemas en los que presumiblemente se ha de actuar de forma racional y calculadora. Dos son los juegos o ejemplos más conocidos de esta teoría: el dilema del prisionero y el de gallina.

Pues bien, es evidente que el PSOE ha estado imitando la estrategia y las tácticas del Juego del Gallina. Éstas nos hablan de dos coches que conducen en dirección contraria con el objetivo de hacer cesar al de enfrente de sus propósitos, esto es, que renuncie. Para obligar a ceder y cambiar de rumbo al de enfrente se produce un toma y daca entre los conductores de los dos coches del estilo siguiente: Uno avisa al otro de que no tiene intención de retirarse, el otro le responde que ya no le funcionan los frenos y que se aparte; a continuación el de enfrente le responde bloqueando el volante y diciéndole que ya no puede parar o girar, y así se producen sucesivamente las amenazas, generando nuevas situaciones de conflicto; la fortaleza y credibilidad que demuestre uno ante el otro, es lo que dice el juego, hará que uno de los dos participantes se retire del camino y ceda en sus pretensiones. Obviamente ese será el «gallina».

La contundencia y credibilidad que cada contrincante demuestre en ese ejercicio pueril, al estilo de cualquier pelea de recreo, es la clave, por lo menos teórica, para vencer. Ahí entra en juego la importancia de la guerra psicológica y la batalla propagandística. Es importante recordar que la teoría de los juegos fue creada en la Guerra Fría y que concretamente el Juego del Gallina estuvo relacionado con la crisis de los misiles de Cuba.

No hace mucho tiempo el propio ministro Rubalcaba reconocía públicamente que «la estrategia antiterrorista tiene también su parte psicológica». Hablamos de guerra psicológica.

De lo que se trataría es de convencer al coche que viene de frente de que no va a haber negociación. Y eso es lo que lleva haciendo Rubalcaba desde el último proceso negociador: «No va haber negociación y no vamos a parar con nuestra estrategia». Es evidente que contundencia han demostrado y que la guerra psicológica la pueden fabricar medios a su servicio.

Pero resulta que en muy poco tiempo la izquierda abertzale ha cambiado de estrategia y el juego también está cambiando. Antes era una batalla entre los ocupantes de los dos coches. Ahora la dirección del coche de la izquierda abertzale no ha cambiado, pero sí lo que grita desde su ventana. Nueva estrategia que llama a unir fuerzas, que prioriza lo político, que no quiere chocar, que desea dialogar y negociar en una rotonda donde cada cual pueda elegir libre y democráticamente su camino. Sin injerencias, sin violencias. Y empezamos a pensar que ya no vamos a entrar todos en el viejo coche ilegalizado y que vamos a necesitar uno nuevo y grande. La gente está contenta, nos golpean pero nos sabemos fuertes a medio y largo plazo. Vienen de frente pero no estamos solos, ni en nuestro país ni a nivel internacional. Y no vamos a cambiar de dirección.

Según la Teoría de Los Juegos, quien cambia de estrategia no es un gallina, sólo aquel que cambia de dirección u objetivos. Pues bien, el primer paso de la izquierda abertzale fue firmar un acuerdo estratégico con EA. Reafirmada la dirección, es hora de sumar gente, sin miedos, con convencimiento y siendo conscientes de los objetivos del coche de enfrente. No serán nuestras amenazas las que les harán parar o cambiar. Sólo el poner a la mayoría de este país frente a ellos es lo que les va hacer, tarde o temprano, recular. Vamos por buen camino. Convencerse de ello es el primer paso para avanzar y empezar a ganar también en la batalla psicológica. Esta en nuestras manos (¡y en nuestras mentes!).

P. D.: Mientras avezados estrategas de la CIA decidían cuál era el siguiente paso a dar del Juego del Gallina en la crisis de los misiles de Cuba, Robert Kennedy, hermano del presidente de los EEUU, negoció con el embajador ruso en Washington, Anatoli Dobriniun, un acuerdo de solución secreto.

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