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Fermín Gongeta Sociólogo

Soy toda la humanidad oprimida

Lo primero que debe hacer es desaparecer, en Euskal Herria, todo tipo de amenazas, persecuciones, vejaciones, torturas ya demostradas y juicios inicuos

Muchos jueces son absolutamente incorruptibles, nadie puede inducirles a hacer justicia», escribió Bertolt Brecht. Esta cita me la imprimió Felix en un bello pergamino, al cabo de dos horas de entrañable conversación. El tema surgió al comentarle cómo había encontrado en internet un video de Antena 3 que representaba a un juez de la Audiencia Nacional en el ejercicio de sus funciones. ¡Dramático!.

Nada parece haber cambiado. Hay muchos jueces en el Reino español que no solo son incorruptibles para hacer justicia, sino que, ni siquiera son capaces de guardar y mantener las mínimas formas de respeto a las que están obligados por el cargo y oficio que representan.

El día siguiente leí la prensa (GARA, 2010-10-09) «La Audiencia Nacional establece que exhibir las fotos de los presos políticos vascos no es delito». Y de nuevo la pregunta: ¿habrá diez jueces que impartan justicia, de verdad, en la Audiencia Nacional?.

Claro, que, con esta última sentencia de la Audiencia Nacional española, de que no constituye delito la exhibición pública de las fotos de los presos políticos vascos, no debiera quedar zanjada la responsabilidad política y civil de quienes han usurpado y abusado del poder.

Porque, siguiendo el hilo de la reflexión, ¿no constituye delito, la impunidad persistente, con que se produce la persecución constante, dura, pública, humillante y degradante, de los poderes públicos de Euskal Herria, contra los presos políticos vascos y sus familiares y amigos?, ¿no constituye el colmo de la transgresión legal, el hecho de prohibir incluso la manifestación, en público, de sus nombres?

El griego Sófocles estrenó su obra Antígona 442 años antes del inicio de nuestra era. ¡Hace 25 siglos! Fue Creontes quien dictó la abominable condena a muerte de Antígona.

¡Oh, despreciables Creontes del siglo XXI, imitadores del tirano, que, al igual que vosotros, gritaba: «Que nadie les honre con sepultura, ni les llore» Vosotros proclamáis aún más: «que sus rostros no sean públicos, que ni siquiera se pronuncien sus nombres».

Señores Zapatero, Rajoy, López, Ares, ertzainas, policías, guardia civiles, ¡qué poco os importa la Audiencia Nacional, cuando revoca la orden de prohibición de fotografías de nuestros presos políticos, cuando sobreseen causas, o emiten sentencias exculpatorias y absolutorias de aquellos a quienes vosotros inculpáis !

Los Creontes, los del año 442, como los del 2010 sois los intocables de la justicia y del sistema carcelario que vosotros mismos habéis creado. Tal vez, por eso, también Bertolt Brecht escribió: «cuando la verdad es demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque».

Dos semanas después apareció en GARA el «Acuerdo por un escenario de paz y dialogo y soluciones democráticas». ¿No era lo que pretendía el gobierno? No lo creo.

La prensa se hizo eco de la noticia con suposiciones de todo tipo, según ideologías. Textos con temas tales como: si es posible que ETA vaya a dejar las armas; que hay fuerzas políticas que confluyen frente a la incorruptibilidad de los jueces y gobernantes; que puede suceder que Batasuna, con otras fuerzas, lleguen a participar en las próximas elecciones; que el PSOE y el PP, no están dispuestos sino a la tolerancia cero.

Leo las opiniones contradictorias. Y compruebo que algunos tratan de engañarnos. Porque ¿en esta pretendida democracia gubernamental quién desintegra y destruye a quien?, ¿quién es el primero que debe detener su actitud prepotente, autoritaria, dogmática e inhumana?... Y repito con Altabizkar, ¡cuenta, chaval, cuenta cuántos son los presos políticos vascos encarcelados tras juicios farsas, lamentables, ilegales, antidemocráticos e inhumanos!... ¿Quién les ha secuestrado?

Para los que estamos al otro lado de las cárceles españolas de exterminio, no es demasiado significativo que nuestros presos políticos sean 800 o 1.000. ¡Qué más da! Sin embargo, cuando estoy dentro, cuando soy uno de ellos, de los torturados y condenados, yo soy toda la humanidad oprimida en el interior de una Europa que alardea de ser cuna de derechos humanos.

Releo el acuerdo por un escenario de paz. Y mi cabeza y mi corazón me dicen que el orden propuesto para las acciones a realizar no es el deseable. El orden de los términos modifica sustancialmente el resultado, en contra lo que nos han enseñado. Y lo digo con demasiada rabia no contenida, pero con total convicción. El acuerdo para el escenario tiene los términos invertidos. La razón profunda es que mientras exista un solo condenado en el Reino de España sin un juicio justo, es que no existe democracia y que todos estamos igualmente encarcelados en la mentira.

Quien tiene el poder, el de la fuerza, es quien primero debe actuar. Pero actuar en rectitud de justicia, sin frases grandilocuentes e ininteligibles, que no por más repetidas son mas ciertas. Lo primero que debe hacer es desaparecer, en Euskal Herria, todo tipo de amenazas, persecuciones, vejaciones, torturas ya demostradas y juicios inicuos.

Son ocho los puntos que indica el acuerdo. Traslado de presos a Euskal Herria; liberación de los casos de graves enfermedades; libertad de los presos preventivos; libertad de todos aquellos que hayan cumplido sus condenas con los requisitos legales; aplicación de la legislación de beneficios penitenciarios y derogación de los tribunales de excepción; y, lo que creo más importante: la revisión de todos los procesos judiciales de los encausados y presos políticos vascos. ¡Eh ahí la cuestión! ¡No una amnistía, sino la revisión de todos los procesos judiciales de los encausados y presos políticos vascos!

Soñé. Ayer soñé de nuevo. Y mis sueños fueron de gloria. Soñé que cada sábado íbamos todos los demócratas a manifestarnos en un herrialde diferente, exigiendo justicia y la revisión de los procesos judicializados. Que cada sábado éramos más, y que poco a poco, sin pausa, nos convertíamos en una marea humana frente a la tortura, en apoyo de ellos, de nosotros, de nuestros presos políticos.

Al despertar permanecía grabada en mí la fotografía de aquella marea humana, de aquella Marcha de la Libertad de 1977, con más de 100.000 personas corriendo en las campas de Ororbia.

Por una nueva Marcha por la libertad. Askatasun Ibilaldia. Por la revisión de los procesos judiciales.

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