CRíTICA teatro

El tiempo del más allá

Carlos GIL

No cabe ninguna duda sobre la categoría de Krystian Lupa, el director polaco, ni del actor José Luis Gómez, y mucho menos del texto de Beckett, pero como el teatro es una cuestión viva, que sucede en cada instante de la representación, en la función presenciada, el conjunto de estos creadores nos colocaba ante una sensación de ahogo, de falta de espacio por donde entrar a disfrutar, sufrir, compartir o destruir nuestro bagaje anterior confrontado con lo que estábamos viendo.

El tempo del espectáculo en sus veinte primeros minutos nos da un correctivo tan grande que después, cada gesto, cada palabra, nos llega como condicionada por ese tiempo de un más allá de la convención que estira una situación hasta la incomprensión. Si a ello añadimos que uno de los personajes claves es interpretado por una mujer que al final enseña sus armas, la variación Lupa del texto canónico, muy bien traducido por Ana María Moix, nos despista, debemos volver a reinterpretar cada gesto, cada silencio, cada frase, cada sentencia. Y en ocasiones nos elevan a lugares grandiosos, pero otros nos achatan la visual.

En esta ocasión la distancia actoral entre José Luis Gómez haciendo de Hamm y Susi Sánchez haciendo de Clov es tan grande que se pierde cualquier posibilidad dialéctica, cualquier enfrentamiento escénico tangible, y todo se convierte en una suerte de monólogo, fantástico, desmenuzado, dicho con una precisión quirúrgica por Gómez, pero que en su conjunto nos hurta una gran parte del interés de la pieza. Un gran trabajo, difícil, denso, una joya de escenografía. Tan bueno, como para disfrutarlo pese a estar en desacuerdo.