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Movimientos políticos en Euskal Herria

Impulsores de la Mesa de Altsasu de 1977 apuestan por un nuevo proyecto organizativo

Han pasado 33 años desde que militantes de la izquierda abertzale de cinco formaciones distintas se unieran en la Mesa de Altsasu. Ayer volvieron a esta localidad para saludar el camino recorrido y respaldar un nuevo proyecto organizativo «basado en el convencimiento, la adhesión democrática y la movilización como instrumentos de acción política».

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Ramón SOLA | ALTSASU

Había muchos años de militancia independentista, cientos y cientos, reunidos ayer en la capital de Sakana. Y una carga histórica importante y políticamente muy referencial, porque quienes comparecían impulsaron en 1977 la llamada Mesa de Altsasu, que unió a las distintas formaciones de la izquierda abertzale que nadaban en aquella interminable sopa de letras posfranquista: HASI, EIA, LAIA, EAE-ANV y ESB.

Han pasado nada menos que 33 años desde entonces y ayer se volvieron a juntar de nuevo para manifestar públicamente su apuesta por «un proyecto político y organizativo democrático y, por tanto, comprometido con las vías exclusivamente pacíficas y políticas».

Piden que éste se fundamente en «el rechazo a la violencia para el logro de objetivos políticos», tanto «en el seno o fuera» de ese proyecto. «Basado pues en el convencimiento, la adhesión democrática y la movilización popular como instrumentos de acción política», recalcan.

«Si la Mesa de Altsasu fue el agrupamiento político que posibilitó con posterioridad el desarrollo de la Unidad Popular, hoy, en este 2010, ante una nueva fase política, la memoria de aquella Mesa de Altsasu debe servirnos para dar vida a un nuevo proyecto político y organizativo para los abertzales de izquierda en Euskal Herria. Éste es el reto colectivo en los próximos tiempos políticos», indicaron los veteranos militantes de la izquierda abertzale, cuyos portavoces fueron Txomin Ziluaga (en castellano), Arantza Arruti (en euskara) y Karmel Etxebarria.

Junto a ellos estaban también Izaskun Larreategi, Marije Ostolaza, Simón Loyola, Patxi Goenaga y un largo etcétera, ya que se citó también a algunos más que no pudieron acudir por cuestiones laborales o de salud, como es el caso de José Luis Álvarez Enparantza, Txillardegi.

Su lectura de estas tres décadas subraya los avances producidos: «En este largo periodo de tiempo, de resistencia y lucha, se ha creado una conciencia colectiva inasimilable por autonomismos convertidos en delegaciones del Gobierno central, por un modelo territorial que nos niega nuestro ser y derecho a decidir como pueblo». En consecuencia, añaden que «creemos que es indispensable acentuar los esfuerzos y compromisos por abrir una nueva fase política, la fase política del cambio real en Euskal Herria, la fase política del reconocimiento nacional, de la soberanía, la fase política donde el soberanismo y los sectores de izquierda se sitúen como carril central para el logro de avances en el proceso de liberación nacional y social».

«Hoy, 33 años después, estamos ante la posibilidad real de abrir un nuevo ciclo histórico capaz de posibilitar el cambio político», constataron los comparecientes. Por ello, abogan por un proyecto «comprometido con un escenario de paz y respeto a todos los derechos e involucrado en la dinamización de un proceso de diálogo y negociación hacia el logro de un acuerdo político que resuelva democráticamente el conflicto, vacíe las cárceles e instale un escenario de respeto a todos los derechos».

El esfuerzo de 1977

Su reflexión parte de la referencia a la situación en 1977, cuando recordaron que las organizaciones de la izquierda aber- tzale renunciaron a concurrir precipitadamente a las elecciones con su legalización y apostaron por garantizar primero el arraigo popular. La Mesa de Altsasu trabajó en aquella línea aglutinando fuerzas, «y de aquel esfuerzo colectivo emergió una amplia y plural base social que, firmemente enraizada en el pueblo trabajador vasco, se ha organizado, ha resistido y crecido en medio de todos los intentos de asimilación». Entre ellos destacan la «trampa estatutaria que dividió a Hego Euskal Herria en dos comunidadess».

Pasadas tres décadas, inciden en que sus demandas han madurado y que es hora de catalizar un cambio de ciclo. Y para eso, explicó Karmel Etxebarria en la introducción, «hay que crear nuevas herramientas».

Manifiesto

Hace 33 años, en esta localidad de Alsasua, organizaciones políticas vascas de carácter abertzale, progresista y de izquierda presentaban un manifesto para abordar las primeras elecciones municipales tras la muerte de Franco.

Fue la primera expresión de la política de alianzas de la izquierda abertzale en los inicios de la transición de la dictadura a la monarquía parlamentaria.

La reforma de la dictadura, dirigida por los sectores «aperturistas del franquismo» en connivencia con la socialdemocracia, el eurocomunismo y los partidos autonomistas de las nacionalidades y tutelada por el Ejército, se impondrá sobre la exigencia de ruptura democrática con el régimen franquista que había caracterizado a las luchas populares de entonces.

En aquel escenario político los partidos de Euskal Herria, para ser legalizados, tenían que renunciar explícitamente, en sus estatutos, a la aspiración de independencia. Por ello, las organizaciones de la izquierda abertzale, mientras la mayoría de los partidos jugaban al «legalismo cortoplacista», priorizaron en aquella coyuntura, sobre todo, más allá de conseguir la legalización de unas siglas, el trabajo por la legitimación y el arraigo profundo en el pueblo de la lucha por la liberación nacional y el socialismo de Euskal Herria.

La Mesa de Alsasua fue, en este sentido, el primer gran esfuerzo por la articulación concreta de una alianza, en el ámbito de Euskal Herria peninsular. Una alianza antioligárquica y soberanista, de alcance táctico-estratégico, por el derecho a decidir de Euskal Herria. De aquel esfuerzo colectivo emergió una amplia y plural base social, que firmemente enraizada en el pueblo trabajador vasco, se ha organizado, ha resistido y ha crecido en medio de todos los intentos de asimilación política que se articularon con la trampa estatutaria que dividió a Hego Euskal Herria en dos comunidades administrativas.

Hoy, 33 años después, estamos ante la posibilidad real de abrir un nuevo ciclo histórico capaz de posibilitar un cambio político basado en el reconocimiento nacional y el respeto a la voluntad popular democráticamente expresada por los hombres y mujeres de Euskal Herria. Un cambio político demandado por la mayoría social de nuestro pueblo. Un cambio político como garantía de transformaciones económicas y sociales que nos acerquen a otro modelo de sociedad.

Hoy, todavía, algunas fuerzas políticas quieren abordar reformas superficiales al «statu quo jurídico-político» soslayando los elementos centrales para abordar una solución democrática al conflicto político y abrir un escenario de paz y democracia en nuestro pueblo.

Sin embargo, estamos convencidos de que en este largo periodo de tiempo, de resistencia y lucha, se ha creado una conciencia colectiva inasimilable por autonomismos convertidos en delegaciones del Gobierno central, por un modelo territorial que nos niega nuestro ser y derecho a decidir como pueblo. Por eso creemos que es indispensable acentuar los esfuerzos y compromisos por abrir una nueva fase política, la fase política del cambio real en Euskal Herria, la fase política del reconocimiento nacional, de la soberanía, la fase política donde el soberanismo y los sectores de izquierda se sitúen como carril central para el logro de avances en el proceso de liberación nacional y social.

Nosotros participamos en aquel esfuerzo por vertebrar los intereses y sentimientos del independentismo de izquierdas en propuestas políticas y organizativas.

Por eso, nosotros entendemos que hoy también es necesario que los abertzales de izquierda, los independentistas y socialistas vertebren un proyecto político para la nueva fase política que se está alumbrando en Euskal Herria.

Un proyecto político nacional con referencias estratégicas claras a la plena soberanía y al socialismo, con propuestas tácticas definidas en el ineludible proceso político de sumar fuerzas soberanistas y progresistas para avanzar posiciones en la correlación de fuerzas institucionales y sociales.

Un proyecto político comprometido con un escenario de paz y respeto a todos los derechos e involucrado en la dinamización de un proceso de diálogo y negociación hacia el logro de un acuerdo político que resuelva democráticamente el conflicto, vacíe las cárceles e instale un escenario de respeto a todos los derechos individuales y colectivos.

Un proyecto político y organizativo democrático y, por tanto, comprometido con las vías exclusivamente pacíficas y políticas y el rechazo al uso de la violencia, en su seno o fuera del mismo, para el logro de objetivos políticos. Basado pues en el convencimiento, la adhesión democrática y la movilización popular como instrumentos de acción política.

Si la Mesa de Alsasua fue el agrupamiento político que posibilitó con posterioridad el desarrollo de la Unidad Popular, hoy, en este 2010, ante una nueva fase política, la memoria de aquella Mesa de Alsasua debe servirnos para dar vida a un nuevo proyecto político y organizativo para los abertzales de izquierda en Euskal Herria. Este es el reto colectivo en los próximos tiempos políticos.

En Euskal Herria, a 29 de octubre de 2010

RECHAZO EXPRESO

El texto plantea un proyecto basado en la soberanía y el socialismo, que busque cambiar la correlación de fuerzas y se apoye en «el rechazo a la violencia para el logro de objetivos políticos», ya sea «en el seno o fuera» de ese proyecto.

PARTIDOS Y ELKORO

Los comparecientes pertenecían entonces a HASI, ESB, EIA, EAE-ANV y LAIA, a los que se sumaron en aquella Mesa de Altsasu independientes y alcaldes como José Luis Elkoro, hoy día en libertad vigilada en su domicilio de Bergara.

CON LOS JÓVENES

Este documento iba a ser presentado el pasado sábado, pero la comparecencia se aplazó tras la redada que llevó a comisaría a catorce jóvenes vascos, según explicaron en el acto de ayer.

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