Maite Ubiria Periodista
Le voy a contar lo que harán ETA y el Estado
El título responde a un único objetivo: conseguir que el lector deslice sus ojos al menos hasta el final de este primer párrafo de columna.
Quizás la pretensión les parezca un tanto rastrera o simplemente consideren que me conduzco con una ausencia total de deontología profesional.
La ciudadanía tiene derecho a recibir información veraz. Pero aplicando esta máxima, el enunciado de esta columna y muchos otros se caerían de bruces.
Ni yo -ni otros plumillas que juegan a las quinielas- podemos poner día, hora y letra a acontecimientos por llegar. No podemos anticiparles lo que más importa: cómo y cuándo la sociedad vasca y, en tanto que parte de la misma, los militantes de ETA harán irreversiblemente suyo el proceso hasta convertirlo en definitivo.
A los periodistas se nos desata un cosquilleo en el estómago cada vez que el patrón del medio de cada cual nos da la oportunidad de escribir una pieza que nos eleva unos centímetros del suelo. Pero como todo tiene una medida, convendrán conmigo en que la glotonería se ha apropiado del gremio.
El caballo se antoja desbocado, pero la carrera febril tiene una ventaja: a cada zancada queda un poco más al descubierto que aquí no hay quien pueda estar quieto.
Rubalcaba ejerce de bañista con los pies anclados en la arena en una playa con resaca. El viento sopla y el mar empuja. A poco que miremos, percibiremos algún que otro leve zarandeo. Será un amago para ver hasta dónde cubre. Después de tantos años de achicar agua a la racionalidad, con mensajes planos a la opinión pública, el más leve tic convulsiona el barco.
El discurso del «todos quietos» se hunde como los pies ya enfangados del ministro. Las empresas mediáticas salpican un sinfín de noticias improbables, análisis interesados y anuncios prenavideños... pero no destapan grandes misterios, porque la izquierda abertzale es transparente: pese a las trabas practica el diálogo, sella acuerdos y asegura que obedecerá el mandato de sus bases de ser organización con cartel electoral.
De la prensa hispana esperamos que nos cuente de lo suyo: cuándo su Estado respetará la democracia desde la renuncia definitiva y verificable a esa violencia que repudia la calle vasca y juzga, de forma extraordinaria, un tribunal de Donostia.