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Fede de los Ríos

Bravuconadas de señoritos

Qué curiosa es la derecha española, se oponen por tierra, mar y aire a la educación sexual en las escuelas, pero que se follen a las niñas o a los niños les resulta un ejercicio literario si el que lo realiza pertenece a su camada

Hay que ver qué agitación en la charca hispana. Algunos de los sapos machos creen ser príncipes y, al intentar croar, emiten lo que bien podría tomarse como rebuznos.

Si anteayer el excitable e imaginativo alcalde vallisoletano, Francisco Javier León de la Riva'spaña, falo en ristre, veía a la mujer como un conjunto de orificios a rellenar, ayer el siempre rebelde a la par que real académico español y cartagenero, niño terrible de letras y letrinas, admirador de los tercios, sean de Flandes o de Millán-Astray y tipo duro donde los haya, dijo que el cesante ministro Moratinos es «un perfecto mierda falto de huevos» por llorar en público al emocionarse en su despedida. Por el contrario, respeta las lágrimas de Iker Casillas, del Real Madrí. Y es que del sollozo de Iker, por ser alegre y viril, gustan mucho los españoles con cojones y al álter ego de Alatriste le ponen los hombres con huevos, con muchos huevos, como él, que se ha batido el cobre en múltiples guerras.

Hoy nos despertamos con las declaraciones del inefable eyaculador tántrico de las letras españolas al que sus orgasmos, en un paroxismo narcisista, le llevan a implosionar. Tó pa él, tó pa dentro. Narciso Sánchez Dragó y Egoconpatas Boadella han publicado un libro en forma de diálogo de sordos, es decir, sucesivos monólogos. En uno de ellos, el budista que dice carecer de ego desde que probó LSD, afirma que una vez «se trajinó» a dos niñas japonesas de «no más de trece años» -lolitas las llama, a lo Nabokov-, muy «putas con aspecto de zorritas». Nada nuevo, ya lo relató en su «biografía» allá por el 84. El yayo setentón, carente de yo gracias a las drogas y el zen, gusta de rememorar sus hazañas. Como hace veintiséis años nadie, inexplicablemente, le hizo caso a Él, ha probado a tener mejor fortuna y, efectivamente, así ha sido. Frente al rosario de críticas dirigidas contra el gracioso literato pederasta, Esperanza Aguirre, una vez más -ya lo hizo a favor del alcalde castellano-, salta a la palestra en defensa de las peculiaridades del presentador de Telemadrid, «la literatura es eso, literatura». No, querida condesa, la ficción literaria es una cosa y lo que declara tu protegido es otra muy distinta, trátase de una vivencia real que el follaniñas, reiteradamente, gusta relatar ante propios y extraños.

Qué curiosa es la derecha española, se oponen por tierra, mar y aire a la educación sexual en las escuelas, pero que se follen a las niñas o a los niños les resulta un ejercicio literario si el que lo realiza pertenece a su camada. Da la impresión que las marcas del rostro de la presidenta de Madrid no son fruto de viruela o de un juvenil acné, sino erosiones provocadas por el mal en su huida del cuerpo de la condesa de Murillo. Tan insoportable resulta que hasta el mismo mal se escapa de ella por entre los poros.

Están crecidos los señoritos de la derecha. Su chulesca y soez incontinencia verbal suple antiguos correajes y los miasmas, esos fétidos efluvios que emanan por la descomposición de sus reptili-anos cerebros, están invadiendo la totalidad de la charca.

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