Los bancos centrales del G10 aseguraron ayer en Basilea que no persiguen depreciar sus divisas para obtener ventajas competitivas comerciales y consideran que no existe una guerra de divisas. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, advirtió -tras una reunión en la sede del Banco de Pagos Internacionales (BPI)- de que «el exceso de volatilidad» en los mercados de divisas es contraproducente para el crecimiento y la estabilidad.

En su calidad de portavoz de los gobernadores de los bancos centrales del G10, Trichet explicó que «todos los participantes mencionaron el hecho de que no persiguen políticas abocadas a una divisa débil y esto es algo muy importante».

Trichet también dijo que «la expresión `guerra de divisas' no se pronunció en absoluto en la reunión». «Todos intentamos evitar el exceso de volatilidad que consideramos es muy contraproducente para el crecimiento y la estabilidad global», dijo el presidente del BCE. Sin embargo, la práctica de los principales bancos centrales está alentando una disputa por el valor de las divisas.

Decisión de la Fed

Así, el anuncio por parte de la Reserva Federal estadounidense (Fed) de la compra de deuda pública por valor de 600.000 millones de dólares disparó el euro hasta su máximo desde el pasado enero hasta casi rozar los 1,43 dólares. La decisión, que tampoco fue comentada por los gobernadores de los bancos centrales del G10 ha sido criticada en Alemania y China.

El gobierno chino alertó ayer de que puede tener consecuencias graves en las economías emergentes. Debido a que la economía global se está recuperando, «todavía afrontamos incertidumbres. EEUU, como uno de los principales emisores de reserva, debería implementar políticas macroeconómicas responsables», recomendó Zhu Guangyao, viceministro de Finanzas. Culpó sobre todo a los países desarrollados, «incluidos los principales emisores de divisa, que deberían prevenir una fluctuación excesiva y desordenada de sus tipos cambiarios».