CUMBRE EN SEÚL
El G20 pacta un acuerdo que pasa de puntillas sobre la «guerra de divisas»
La cumbre del G20 en Seúl acabó ayer con un documento que, lejos de encauzar la «guerra de divisas» que ha marcado esta nueva cita de las principales economías del mundo, muestra que las espadas siguen en todo lo alto. El texto consensuado se limita a pedir a los países que se abstengan de manipular sus monedas para impulsar sus respectivas economías, y pospone a 2011 la resolución de los principales puntos de fricción entre las potencias.
GARA | SEÚL
El G20 afrontaba en Seúl una cita complicada, con una economía mundial aún lastrada por las consecuencias de la crisis, pero sin la ansiedad de verse al borde del precipicio como en la anterior reunión, y marcada por la «guerra de divisas» y el abierto enfrentamiento entre China y Estados Unidos y entre estos dos países y el resto a cuenta de las medidas adoptadas para incentivar sus economías.
«Ésta es la primera cumbre de la segunda fase del G20», explicó al respecto el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, en declaraciones recogidas por Efe. «En las primeras cumbres, había que tomar decisiones obligadas para afrontar la crisis, pero ahora se apela a la voluntariedad de los países, a la cooperación, y eso es mucho más difícil», agregó.
No era, por tanto, una reunión fácil para acordar un documento final con suficiente entidad para fijar un único rumbo para la economía global, y el consenso quedó establecido en un texto marcado por generalidades y que traslada al próximo año las decisiones más importantes, como la tarea de identificar las distorsiones que aporta cada país a los desequilibrios económicos mundiales.
Respecto al tema más comprometido, los mandatarios del G20 acordaron pedir a los países que «se abstengan» de manipular sus monedas como vía para mejorar la competitividad de sus exportaciones y, si bien en un primer momento se había incluido una mención a la necesidad de que no se frene la revalorización de las monedas, en clara alusión a China, el gigante asiático logró que se retirara esa frase del documento.
Por su parte, en la rueda de prensa para valorar el desarrollo del encuentro, el presidente de EEUU, Barack Obama, negó que la decisión de la Reserva Federal de inyectar 600.000 millones de dólares en la economía tenga como objeto debilitar el dólar, y aseguró que busca en cambio fomentar el crecimiento. Antes las críticas recibidas, especialmente desde Europa, Obama indicó que «por lo que yo veo, esta decisión no se diseñó para tener un impacto en la moneda, en el dólar, se diseñó para que la economía creciera».
«Guías indicativas»
El G20, cuya presidencia pasa ahora al Estado francés, donde se celebrará la próxima reunión, se había marcado como objetivo aprobar un paquete de medidas que permitan reducir las distorsiones que existen en la economía mundial y que, a su juicio, están originadas en las diferencias en cómo producen y gastan los países ricos y los emergentes. En la declaración final, sostiene al respecto que el principal problema es el desequilibrio en la balanza por cuenta corriente, con países como China que, ayudada por su moneda devaluada, produce y exporta mucho más de lo que consume e invierte, frente a países como EEUU que, por contra, consume mucho y exporta poco.
En su lucha por los desequilibrios externos, el G20 ha encargado a los bancos centrales y los ministerios de Economía elaborar unos indicadores que permitan averiguar si un país, sea rico o pobre, está contribuyendo a estas distorsiones. En cualquier caso, establece que estas «guías indicativas» no estarán elaboradas hasta la próxima cumbre de 2011, por lo que se convierte en una de las tareas ya pendientes del nuevo presidente del grupo.
En un principio, EEUU quería imponer un límite del 4% para los superávit o déficit por cuenta corriente, pero este planteamiento fue rechazado. A juicio de Strauss-Kahn, el estadounidense era un planteamiento que podría considerarse demasiado «simplista», pues hay países que deben estar en el lado del superávit sin que eso suponga una distorsión, como los exportadores de crudo, y otros que deben estar en el lado del déficit sin que eso adquiera gravedad, como ocurre con los países que registran fuertes crecimientos.
En cualquier caso, la medición de estos indicadores y la adopción de medidas que los corrijan podría demorarse otros seis meses. En Seúl se ha acordado que sea tarea del FMI medir el comportamiento de los indicadores.
Precisamente, en la declaración final, el G20 muestra su apoyo a un FMI «modernizado» que refleje los cambios que han tenido lugar en la economía mundial con «una mayor representación» de las economías emergentes y países en desarrollo, en línea con la reforma aprobada la semana pasada por el Consejo Ejecutivo del Fondo.
Los mandatarios reunidos en Seúl también han alcanzado un acuerdo sobre los elementos fundamentales del nuevo marco de regulación financiera, establecido por el acuerdo «Basilea III», que incluye nuevos requisitos de capital y liquidez para las entidades financieras, ya que, sostienen, ayudará a crear un sistema financiero más resistente, que frene los excesos del pasado y sirva mejor a las necesidades de las economías. Además, se comprometen a trabajar para alcanzar una conclusión exitosa y equilibrada de la Ronda de Desarrollo de Doha, al tiempo que presentan un Plan de Acción de Desarrollo dirigido especialmente a los países de baja renta para avanzar hacia el reequilibrio mundial.
Asimismo, al menos sobre el papel, los líderes de estos veinte países ricos y emergentes se comprometen «a poner el empleo en el centro de la recuperación», además de «proveer protección social y un trabajo digno» y asegurar «un crecimiento acelerado en los países de baja renta».
El G20 señala en su documento final la necesidad de avanzar hacia sistemas de tipos de cambio más determinados por los mercados, mejorando la flexibilidad, «para que refleje los fundamentos económicos subyacentes, y evitando la devaluación competitiva de las divisas».
La recuperación de la economía europea se ralentizó en el tercer trimestre del año. El crecimiento del PIB en la zona euro y el conjunto de la UE fue del 0,4% de julio a septiembre de 2010, según el primer cálculo del Eurostat.
La Asociación Europea de Mercados Financieros celebró el acuerdo del G20 sobre un régimen regulador para las instituciones financieras. «Damos la bienvenida al anuncio de llevar adelante las recomendaciones del Comité de Basilea», indicó la AFME.
El Senado de la República Checa aprobó ayer el paquete de medidas de ahorro y de aumento de la presión fiscal propuesto por el Gobierno. Los recortes afectan a salarios del sector público, a las subvenciones a familias y a los subsidios por enfermedad.
Las cinco principales economías europeas lanzaron ayer, desde Seúl, un mensaje de confianza a los mercados ante la tensión sobre la deuda soberana de Irlanda, al asegurar que, en caso de ser necesario un rescate, no se requerirán fondos privados. «Cualquiera que sea el debate dentro de la zona euro sobre cómo será en el futuro el mecanismo permanente de resolución de crisis y la potencial implicación del sector privado en este mecanismo, tenemos claro que no se aplicará a cualquier deuda pendiente y a cualquier programa realizado bajo los actuales instrumentos», aclara el documento, suscrito por los titulares de Economía de Alemania, Estado francés, Gran Bretaña, Italia y el Estado español, que fue difundido por Europa Press.
En el documento, insisten en que cualquier nuevo mecanismo sólo tendrá efecto después de mediados de 2013 y no tendrá impacto alguno en los actuales acuerdos. Asimismo, recuerdan que la denominada Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF por sus siglas en inglés) ya ha sido establecida y su activación no requiere la implicación del sector privado.
En esta línea, creen que el papel del sector privado en el futuro mecanismo podría incluir una gama de diferentes posibilidades, como un compromiso voluntario de los inversores institucionales para mantener las exposiciones, un compromiso de los prestamistas privados para refinanciar la deuda existente o la inclusión de cláusulas de acción colectiva en futura emisión de bonos de los estados miembros de la eurozona.
A miles de kilómetros de Corea, el ministro irlandés de Finanzas, Brian Lenihan, agradeció la intervención de sus socios de la Unión Europea. «La aclaración que ofrecen los ministros de Finanzas de la UE y el G20 es bien recibida», señaló Lenihan en una declaración recogida por Efe. «Nuestros socios han confirmado su plena confianza en la estrategia presupuestaria de nuestro Gobierno», interpretó el ministro tras conocer la declaración. También aseguró que Irlanda cuenta con financiación suficiente hasta junio de 2011 y que tiene «sustanciales» reservas en efectivo, por lo que, opinó, no tiene sentido poner en marcha el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
Por su parte, la Comisión Europea eludió comentar las especulaciones difundidas en algunos ámbitos sobre la posibilidad de que Irlanda reciba una ayuda de 80.000 millones de euros del fondo de rescate de la UE para hacer frente a su crisis de deuda. «No hemos recibido ninguna petición de apoyo financiero por parte del Gobierno irlandés y por ello no vamos a comentar ninguna especulación o afirmación realizada por otras partes», dijo el portavoz del Ejecutivo, Olivier Bailly. GARA
Los sindicatos griegos preparan más movilizaciones ante los planes del Gobierno de lanzar nuevas medidas de ahorro para tapar el agujero de 5.000 millones de euros descubierto tras confirmar que el déficit en 2009 y 2010 ha sido mayor del esperado.