ANALISIA
Y ¿quién teme a Jesús Eguiguren?
Ramón SOLA
Si la pregunta tras la primera sesión era quién y por qué teme a Arnaldo Otegi, tras la segunda jornada del juicio por el acto de Anoeta hay que insistir en lo anterior y añadir otro protagonista. Hasta en seis ocasiones interrumpió el tribunal las preguntas formuladas a Jesús Eguiguren. El presidente del PSE no pudo explicar si se había reunido con Otegi antes de 2004 -¿no había otros tribunales tan interesados en esas reuniones políticas?-, ni si el Gobierno español conocía la propuesta de Anoeta con antelación, ni por supuesto cuál es la opinión personal de Eguiguren sobre la misma. Nada. Sobraban el viaje a Madrid, los ataques del PP por la citación, el temor del PSOE y hasta la sonada «exclusiva» seudoperiodística.
¿Quién teme a Jesús Eguiguren? Para empezar, dicen, su propio partido, que considera que en sus últimas apariciones televisivas ha ido demasiado lejos en su condición de verso suelto. Sin duda, también le teme el PP, que ha exigido con vehemencia que sea destituido como presidente del PSE y que ve en Eguiguren un riesgo para su estrategia de no dar a la izquierda abertzale ni agua, aunque negar el diálogo suponga empantanar las opciones de avanzar hacia la resolución del conflicto. Visto el desarrollo del juicio, también le teme la Audiencia Nacional, cuyo presidente de sala se empleó a fondo para acallarle, mientras sí permitía que otros testigos respondieran a preguntas similares. Y, por último, las asociaciones de víctimas que acudieron a la sesión sólo con la intención de increparle y amedrentarle políticamente.
Pero lo importante no es tanto quién teme a Eguiguren, sino por qué. El propio Zapatero apuntó ayer que es un hombre acostumbrado a decir lo que piensa, lo que le convierte en un peligro público en un terreno tan falseado como la política. A los sectores del PSOE opuestos a Eguiguren, al PP, a la Audiencia Nacional y a ciertas asociaciones de víctimas les une el miedo a la verdad, en este caso la verdad de un proceso anterior que mostró que sólo hablando con la izquierda abertzale se pueden abrir vías de solución. Y esto nos lleva de nuevo al punto de ayer: curioso juicio éste en que los imputados quieren hablar de los hechos reales mientras tribunal y acusaciones huyen de ellos.