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«Harry Potter and the Deathly Hallows I», el comienzo del fin de la saga

Ninguna nueva entrada en Hogwarts, la escuela oficial de los aprendices de brujos, poca acción y un beso apasionado entre Harry y Hermione. Esos son los ingredientes principales de la primera parte de «Harry Potter and the Deathly Hallows», séptima entrega de la saga basada en los libros de J.K. Rowling y que dejará sorprendido a más de un fan.

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Loic VENNIN-AFP | LONDRES

En esta nueva entrega, la penúltima de la saga cinematográfica, el Señor de las Tinieblas ha acentuado su influencia sobre el mundo: controla el denominado Ministerio de la Magia, que tiene como objetivo perseguir a los Moldus (no brujos), como en las épocas más negras de la Segunda Guerra mundial. Incluso Hogwarts cae bajo el poder de Voldemort y completamente solo, sin la ayuda de los profesores, el trío formado por Harry, Hermione y Ron irá en busca del «Horcrux», receptáculo donde Voldemort almacenó partes de su alma, lo que le permite ser inmortal.

Descubrirán la existencia de las reliquias de la muerte; es decir, un varita invencible, una piedra que permite comunicarse con los difuntos y una capa de invisibilidad. Pero la primera parte se interrumpe antes de que comience la acción: sólo plantea las cuestiones, como si de un preludio se tratase.

«Harry Potter and the Deathly Hallows I» («Harry Potter y las reliquias de la muerte», en su versión en castellano) pondrá a prueba la fidelidad de los fans adolescentes convertidos a estas alturas en adultos, porque su estilo es mucho más introspectivo y sicológico. «Es más íntima. Me gusta mucho el hecho que sea diferente», reconocía recientemente David Heyman, productor de la saga.

«Me gusta mucho el ritmo de esta primera parte», explicó por su parte el director David Yates. El realizador, que también ha rodado las dos entregas anteriores de este fenómeno literario y cinematográfico internacional, se defiende de las críticas que le acusan de ceñirse a criterios comerciales a la hora de optar por rodar en dos partes la versión del último libro de J.K. Rowling. «La decisión ha sido tomada sobre una base puramente artística. Tenía la experiencia de las dos películas anteriores, en las que tuve que dejar a un lado muchas cosas, lo que no gustó a los fans», dijo.

Su elección, sin embargo, no ha convencido a la crítica internacional. A juicio de la revista estadounidense «Variety», la película «cede bajo el peso de su argumento», con un «interludio deprimente que podría aburrir a los espectadores».

El diario británico «The Times», por su parte, consideraba ayer que a la cinta «le falta punch», mientras que «The Guardian» ve en ella «un estertor agónico que no acaba».

Con un número relativamente poco elevado de escenas de acción, no se echa demasiado de menos el 3D. Y es que el proyecto se abandonó por falta del tiempo con que trasladarla a la tercera dimensión «de manera satisfactoria», segun explicó David Yates. Aunque prometió que la «épica» segunda parte sí que se estrenará en 3D en julio de 2011.

«Harry Potter and the Deathly Hallows I», cuyo preestreno tuvo lugar la noche del pasado jueves en Londres, es una de las películas más negras de la saga; es más lúgubre de lo deseado y describe de forma detallada el auge de las fuerzas del mal.

Como es habitual, también en esta ocasión el título se ha permitido el lujo de añadir algunas escenas que no aparecen en los libros de J.K. Rowling. Los seguidores de la saga se sorprenderán en particular ante un strip-tease casi íntegro de Harry (Daniel Radcliffe) y ante un beso apasionado beso que intercambia con Hermione (Emma Watson), algo que corrió como la pólvora entre los blogs de aficionados. «Caí en la trampa. Pensé que sería un momento tierno y sensual pero, de repente, este beso vigoroso me sorprendió. Es una verdadera bestia», afirmó Radcliffe después del rodaje. «Pero no me quejo, decenas de millares de hombres se cortarían un brazo para estar en mi lugar», añadió.

La semana próxima llegará a las pantallas del Estado español y el 24 a las francesas.

LA CRÍTICA

La crítica no ha quedado nada satisfecha con esta penúltima entrega de la saga basada en los libros de J.K. Rowling. A juicio del diario británico «The Times», a la película «le falta punch», mientras que «The Guardian» ve en ella «un estertor agónico que no acaba».

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