Apropuesta alemana, la Unión Europea propondrá en diciembre un procedimiento de bancarrota -incluyendo potenciales pérdidas para los propietarios de bonos soberanos- a países de la zona euro que no puedan pagar los intereses de su deuda nacional y que tengan graves déficits presupuestarios. Irlanda, con el valor de sus bonos en niveles de récord durante la semana, aunque ayer se dieron un respiro, es un ejemplo claro de cómo los inversores están perdiendo la fe en la capacidad del país para devolver la deuda. Irlanda ha dado garantías de que puede pagar sus deudas hasta abril de 2011. Después, parece que el paquete de rescate de 750.000 millones de euros, utilizado con Grecia y que expira en 2013, será implementado. Pero Irlanda no es el único estado en esa tesitura.

Portugal y, particularmente, el Estado español también han conocido la misma tendencia. Todos sufren la incertidumbre de los inversores a la espera de ver cómo funcionará el nuevo procedimiento de restructuración anunciado. Pero para influyentes medios de comunicación económica, la deuda irlandesa es un problema europeo; la española, por su talla económica y volumen, supondría un auténtico desastre.